Page 54 - El fin de la infancia
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Un mundo y sus habitantes pueden ser trasformados profundamente en sólo
cincuenta años, hasta tal punto que nadie pueda reconocerlos. Sólo se requiere un
hondo conocimiento de los sistemas sociales, una clara visión de los fines que uno se
propone... y poder.
Los superseñores tenían todo esto. Aunque sus fines eran un secreto, sabían lo
que querían, y disfrutaban de poder.
Ese poder tomó muchas formas, y los hombres cuyos destinos eran manejados
ahora por los superseñores no advirtieron muchas de ellas. El poder de las grandes
naves había sido evidente para todos. Pero detrás de esa exhibición de fuerzas
dormidas había otras armas mucho más sutiles.
—Todos los problemas políticos —le había dicho una vez Karellen a Stormgren
— pueden ser solucionados con una correcta aplicación de la fuerza.
—Me parece una afirmación bastante cínica —había replicado Stormgren,
incrédulo—. Se parece demasiado a aquélla de "El derecho de la fuerza". En nuestro
propio pasado el uso de la fuerza nunca resolvió nada.
—La palabra clave es "correcta". Ustedes nunca tuvieron verdadera fuerza, ni los
conocimientos necesarios para aplicarla. Hay siempre modos correctos e incorrectos
de encarar un problema. Supongamos, por ejemplo, que una de sus naciones, guiadas
por algún jefe fanático, trata de rebelarse contra mí. El modo incorrecto de responder
a ese desafío sería el de unos pocos billones de caballos de fuerza bajo la forma de
bombas atómicas. Si uso bastantes bombas la solución sería completa y definitiva.
Pero sería también, como ya lo he señalado, incorrecta... aunque no tuviera otros
defectos.
—¿Y la solución correcta?
—Requeriría el poder de un pequeño trasmisor de radio, y otros dispositivos
similares. Pues es la aplicación de la fuerza, y no su cantidad, lo que importa.
¿Cuánto hubiese durado, pregunto, la carrera de Hitler como dictador de Alemania si
una voz le hubiese hablado constantemente al oído? ¿O si una única nota musical,
bastante alta como para borrar todos los otros ruidos e impedirle dormir, le hubiese
traspasado el cerebro día y noche? Nada brutal, como ve. Sin embargo, en última
instancia, tan irresistible como una bomba de tritio.
—Ya veo —dijo Stormgren—. ¿Y no hubiera podido esconderse?
—En ningún sitio al que yo no pudiese enviar mis... este... aparatos. Y por esa
misma razón nunca tuve que usar realmente métodos drásticos para mantener mi
poder.
Las grandes naves, pues, no habían sido más que símbolos. Ahora el mundo sabía
que todas menos una habían sido unos barcos fantasmas. Sin embargo, por su sola
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