Page 50 - El fin de la infancia
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preparado. No lo estaba cuando Stormgren le había dicho la misma mentira a Pierre,
           treinta años atrás.
               Karellen había confiado en Stormgren y éste no había traicionado esa confianza.

           Estaba totalmente seguro. El supervisor había conocido el plan desde un principio, y
           había previsto todos los momentos de aquella última entrevista.
               ¿Por qué si no aquel enorme asiento vacío, cuando el círculo de luz cayó sobre él?

           Stormgren  había  movido  en  seguida  la  linterna.  Quizá  ya  era  tarde.  La  puerta
           metálica, dos veces más alta que un hombre, estaba cerrándose con rapidez... pero no
           con bastante rapidez.

               Sí, Karellen había confiado en Stormgren; no había querido que se hundiese en el
           largo crepúsculo de la existencia obsesionado por un misterio que había sido incapaz
           de  resolver.  Karellen  no  se  había  atrevido  a  desafiar  abiertamente  a  aquellos

           desconocidos poderes que lo gobernaban. (¿Serían ellos también de la misma raza?)
           Pero algo había hecho. Si había cometido un acto de desobediencia nunca podrían

           probárselo. Aquélla había sido la prueba final, Stormgren lo sabía, del cariño que le
           tenía  Karellen.  Aunque  del  cariño  de  un  hombre  por  un  perro  fiel,  no  era  menos
           sincero por eso, y Stormgren no había sentido en toda su vida una mayor satisfacción.
               —Hemos tenido nuestros fracasos.

               Sí, Karellen, es cierto. ¿Y fuiste tú el que fracasó antes que comenzase la historia
           de los hombres? Tiene que haber sido un fracaso de veras, pensó Stormgren, para que

           sus ecos hayan traspasado las edades hasta venir a asustar a los niños de todas las
           razas.  ¿Podrás  superar,  aun  dentro  de  veinte  años,  el  poder  de  todos  los  mitos  y
           leyendas del mundo?
               Sin embargo, Stormgren sabía que no había otro fracaso. Cuando las dos razas

           volvieran a encontrarse, los superseñores se habrían ganado la confianza y la amistad
           de los hombres, y ni siquiera el terror del reconocimiento podría deshacer esa obra.

           Irían  juntos  hacia  el  futuro,  y  la  desconocida  tragedia  que  debió  de  oscurecer  el
           pasado quedaría sepultada para siempre en los oscuros corredores prehistóricos.
               Y Stormgren esperaba que cuando Karellen volviese a caminar libremente por la
           Tierra, vendría un día a estos bosques del norte, y se detendría un momento junto a la

           tumba del primer hombre que había sido su amigo.























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