Page 47 - El fin de la infancia
P. 47
El nerviosismo que Stormgren había sentido en un comienzo ya se había
desvanecido. Karellen hablaba casi continuamente, entretejiendo las intrincadas
frases que se complacía en usar. En un tiempo éste le había parecido a Stormgren uno
de los más asombrosos, y ciertamente el más inesperado, de los dones de Karellen.
Ahora ya no le parecía tan maravilloso, pues sabía que, como casi todas las
habilidades del supervisor, se debía más a una inteligencia muy desarrollada que a un
talento especial.
Cuando Karellen daba a sus pensamientos la lentitud del lenguaje de los hombres,
poco le costaba adornarlos con cierto brillo literario.
—No es necesario que usted o sus sucesores se preocupen indebidamente por las
actividades de la Liga de la Libertad, ni siquiera cuando se recobre de su actual
decaimiento. Ha estado muy tranquila durante este último mes, y aunque volverá a
revivir, no representará ningún verdadero peligro. Al contrario, como es siempre
conveniente saber qué hacen nuestros enemigos, la Liga no deja de ser una institución
muy útil. Si llegara a tener dificultades financieras creo que tendríamos que
subvencionarla.
Stormgren nunca sabía bien en qué momento bromeaba Karellen. Se mantuvo
impasible y siguió escuchando.
—Muy pronto la Liga perderá otro de sus argumentos. Se ha criticado mucho, a
veces de un modo muy infantil, la posición especial que ha tenido usted durante estos
últimos años. En los primeros días de mi administración me pareció inevitable, pero
ahora que el mundo ya está casi organizado, adoptaré otra política. En el futuro, todas
mis relaciones con la Tierra serán indirectas y la oficina del secretario general podrá
volver a su forma anterior.
»Durante los próximos cincuenta años habrá muchas crisis, pero pasarán. La
estructura del futuro es bastante clara, y un día, aun una raza como la suya, que tiene
recuerdos tan remotos, habrá olvidado todas estas dificultades.
Las últimas palabras fueron pronunciadas con un énfasis tan particular que
Stormgren se quedó helado en su asiento. Karellen, estaba seguro, nunca caía en un
desliz; sus indiscreciones estaban calculadas en todos sus detalles. Pero no hubo
tiempo para hacer preguntas —que indudablemente no obtendrían respuesta—. El
supervisor ya estaba hablando de otra cosa.
—Muy a menudo ha tratado usted de saber cuáles eran mis planes a largo plazo
—continuó Karellen—. La fundación del Estado mundial es, por supuesto, sólo el
primer escalón. Usted llegará a verlo; pero el cambio será tan imperceptible que muy
pocos se darán cuenta. Luego sobrevendrá un período de lenta consolidación, durante
el cual los hombres se prepararán para recibirnos. Y luego llegará ese día. Lamento
que usted no vaya a estar allí.
Stormgren, con los ojos muy abiertos, miraba más allá de la oscura barrera de la
www.lectulandia.com - Página 47