Page 44 - El fin de la infancia
P. 44
pulgar a lo largo de la correa.
—Redactaré la declaración en seguida —repitió— y se la enviaré más tarde por el
teletipo.
Mientras hablaba apretó el botón, y comprendió que todos sus temores habían
sido infundados. Los sentidos de Karellen no eran más sutiles que los de un hombre.
El supervisor no había advertido nada, pues se despidió, y pronunció las palabras
familiares que abrían la puerta del cuarto con la misma voz de siempre.
Sin embargo, Stormgren se sentía como un ratero que sale de una tienda
observado por un detective. Cuando la lisa pared se cerró a sus espaldas, lanzó un
suspiro de alivio.
—Admito —dijo Van Ryberg— que algunas de mis teorías no han sido muy
felices. Pero dígame lo que piensa de ésta.
—¿Es necesario? —suspiró Stormgren.
Pieter no lo oyó.
—No es una idea mía realmente —dijo con modestia—. La saqué de un cuento de
Chesterton. Suponga que los superseñores estén ocultando el hecho de que no tienen
nada que ocultar.
—Un poco complicado, me parece —dijo Stormgren comenzando a interesarse.
—Lo que quiero decir es esto —continuó Van Ryberg con entusiasmo—. Creo
que físicamente son seres humanos como nosotros. Han comprendido que
toleraríamos que nos gobernasen unas criaturas... bueno, extrañas y superinteligentes.
Pero, tal como es, la raza humana no admitiría ser manejada por seres de su misma
especie.
—Muy ingeniosa, como todas sus teorías —dijo Stormgren—. Me gustaría que
las enumerase, así yo podría recordarlas mejor. Las objeciones a ésta...
Pero en aquel momento entraba Wainwright.
Stormgren se preguntó qué estaría pensando. Se preguntó también si Wainwright
habría tenido algún contacto con los hombres de la mina. Lo dudaba, pues tenía la
seguridad de que Wainwright se oponía genuinamente a toda forma de violencia. Los
extremistas del movimiento se habían desacreditado totalmente, y había pasado
mucho tiempo sin que el mundo hubiese oído hablar de ellos.
El jefe de la Liga de la Libertad escuchó cuidadosamente mientras Stormgren le
leía el anuncio. Stormgren esperaba que Wainwright apreciara este gesto, que había
sido idea de Karellen. El mundo conocería la promesa que los superseñores hacían a
los nietos de los hombres actuales sólo doce horas después.
—Cincuenta años —dijo Wainwright pensativamente—. Es mucho tiempo para
esperar.
—Para la humanidad quizá, pero no para Karellen —respondió Stormgren.
www.lectulandia.com - Página 44