Page 42 - El fin de la infancia
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—¿De qué se trata?
               —Cuando te capturen, yo no sabré nada.
               —Pero  cómo,  ¿después  de  hablar  tanto  acerca  de  la  responsabilidad  de  los

           inventores? Realmente, Pierre, me avergüenzas.




               Stormgren dejó caer el pesado informe con un suspiro de alivio.

               —Gracias a Dios ya está listo —dijo—. Es raro pensar que estos pocos centenares
           de páginas encierren el futuro de la humanidad. ¡El Estado mundial! Nunca pensé que

           llegaría a verlo.
               Metió el informe en su portafolios. El fondo no estaba a más de diez centímetros
           del rectángulo oscuro de la pantalla. De vez en cuando sus dedos jugueteaban con las

           cerraduras en una semiconsciente y nerviosa reacción. Pero no tenía el propósito de
           apretar  la  llavecita  hasta  que  la  reunión  hubiese  terminado.  Era  posible  que  todo
           saliese  mal.  Aunque  Duval  había  jurado  que  Karellen  no  sospecharía  nada,  no  se

           podía estar seguro.




               —Bueno, me ha dicho usted que tenía algunas novedades —continuó Stormgren

           con una impaciencia mal disimulada—. Se trata de...
               —Sí —dijo Karellen—. Recibí una respuesta hace unas pocas horas.

               ¿Qué  quería  decir  con  eso?  se  preguntó  Stormgren.  No  era  posible
           indudablemente que el supervisor se hubiera comunicado ya con su distante morada,
           a través de esos innumerables años—luz. O quizá —de acuerdo con la teoría de Van
           Ryberg— se habla limitado a consultar una enorme máquina computadora, capaz de

           predecir las consecuencias de cualquier acto político.
               —No creo —continuó Karellen— que la Liga de la Libertad y sus asociados se

           sientan muy satisfechos, pero ayudará a reducir la tensión. No registraremos esto.
               »Me ha dicho usted muy a menudo, Rikki, que la raza humana se acostumbraría
           muy pronto a nosotros, no importa cual fuese nuestro aspecto físico. Eso demuestra
           que le falta a usted imaginación. Sería así, probablemente, en su caso, pero tiene que

           recordar que la mayor parte del mundo no está todavía bastante educada y que los
           prejuicios  y  supersticiones  que  la  dominan  sólo  desaparecerán  dentro  de  varias

           décadas.
               »Admitirá  usted  que  algo  conocemos  de  psicología  humana.  Sabemos,  con
           bastante exactitud, qué pasaría si nos reveláramos hoy al mundo. No puedo entrar en

           detalles, ni con usted, así que tiene que aceptar la verdad de este análisis. Podemos,
           sin embargo, hacer una promesa definida, que le dará alguna satisfacción: Dentro de
           cincuenta  años  —de  aquí  a  dos  generaciones—  saldremos  de  nuestras  naves  y  la

           humanidad nos verá al fin tal cual somos.


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