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AUTOR                                                                                               Libro
               gran oso mutante por ahí?
                     Se le arrugó la frente.
                     —Algo hay. Tú mantente cerca de la ciudad, ¿vale?
                     —Vale,   vale   —repuse   de   inmediato.   No   obstante,   él   no   parecía   del   todo
               convencido.




                     —Charlie se está mosqueando —me quejé a Jacob cuando le recogí en la escuela
               el viernes.
                     —Quizás deberíamos tomarnos con más calma lo de las motos —observó mi
               expresión   de   claro   desacuerdo   y   añadió—:   Al   menos   durante   una   semana,
               aproximadamente. Así podrías estar siete días fuera del hospital, ¿no?
                     —¿Y qué vamos a hacer entonces? —refunfuñé.
                     Sonrió con alegría.
                     —Pues lo que quieras.
                     Pensé durante cerca de un minuto qué era lo que realmente quería.
                     Odiaba la idea de perder mis escasos segundos de cercanía a aquellos recuerdos
               que no eran dolorosos, aquellos que venían por sí mismos, sin que yo los evocara
               conscientemente.   Tendría   que   buscarme   algún   otro   atajo   hacia   el   peligro   y   la
               adrenalina si me veía privada de las motos, y ello me iba a suponer un considerable
               esfuerzo de creatividad. Quedarme sin hacer nada entre medias no me hacía ninguna
               gracia. ¿Y qué pasaba si me deprimía otra vez, incluso con Jake cerca? Tenía que
               mantenerme ocupada...

                     Quizás podría encontrar algún otro camino, alguna otra receta... algún otro
               lugar.
                     Lo de la casa había sido un error, sin lugar a dudas. Pero su presencia tenía que
               estar impresa en alguna parte, en alguna otra parte además de en mi interior. Debía
               de   haber   algún   lugar   donde   él   pareciera   más   real   que   todos   los   demás   sitios
               familiares, llenos de otros recuerdos humanos.
                     Únicamente se me ocurría un lugar que pudiera servir para esto. Un lugar que
               sólo le pertenecía a él y a nadie más. Un lugar mágico, lleno de luz. Aquel hermoso
               prado que solamente había visto una vez en mi vida, iluminado por la luz solar y el
               centelleo de su piel.
                     La idea tenía muchas posibilidades de convertirse en un fracaso, e incluso podía
               resultar peligrosamente dolorosa. ¡Me dolía el vacío en el pecho sólo de pensarlo!
               Estaba siendo muy duro mantenerme en pie, sin dejarme llevar, pero seguramente,
               de todos los lugares existentes, aquél sería el único donde podría escuchar su voz. Y
               como ya le había dicho a Charlie que salía de excursión...
                     —¿Qué es lo que estás pensando con tanta concentración? —me preguntó Jacob.
                     —Bueno... —comencé lentamente—. En una ocasión encontré un lugar en el
               bosque... Me topé con él cuando iba... de excursión. Es un pequeño prado, el sitio
               más bonito que he visto. No sé si podría rastrearlo yo sola. Seguramente me llevaría
               varias intentonas...




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