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AUTOR                                                                                               Libro
               amargo.
                     —No —sacudí la cabeza—. En realidad, quería saber si te apetecería ir a ver una
               película conmigo esta noche... Ya sabes, una salida sólo de chicas —el discurso sonó
               acartonado, como si fueran unas líneas recitadas por una mala actriz, y ella me miró
               con suspicacia.
                     —¿Por qué me lo pides? —me preguntó, todavía con desagrado.
                     —Eres la primera persona en la que siempre pienso cuando me apetece una
               salida de chicas —sonreí con la esperanza de parecer sincera. En realidad, tal vez
               fuera cierto. Al menos, ella era la primera persona en la que se me ocurría pensar
               cuando quería evitar a Charlie. Lo cual era algo parecido.
                     Pareció aplacarse un poco.
                     —Bueno, no sé.
                     —¿Has hecho algún plan?
                     —No... Creo que podré ir contigo. ¿Qué quieres ver?
                     —No estoy segura de qué ponen —intenté evadir la cuestión porque ésa era la
               parte difícil. Me devané los sesos en busca de una pista, ¿había oído a alguien hablar
               hacía poco de alguna película? ¿Había visto algún cartel?—. ¿Qué tal esa de una
               mujer presidenta?
                     Me miró de una forma rara.
                     —Bella, hace siglos que quitaron esa película del cine.
                     —Vaya —fruncí el ceño—. ¿Hay algo que quieras ver?
                     La exuberancia natural de Jessica comenzó a mostrarse a pesar de sí misma,
               conforme pensaba en voz alta.

                     —Bueno, hay una nueva comedia romántica que está teniendo muy buenas
               críticas. Me apetece verla. Y mi padre acaba de ver Dead End y dice que le ha gustado
               de verdad.
                     Yo me aferré a ese título por parecer de lo más prometedor.
                     —¿Y de que va ésa?
                     —De zombis o algo así. Dice que es la cosa que más miedo le ha dado desde
               hace años.
                     —Eso suena perfecto —prefería tratar con auténticos zombis antes que ver un
               filme romántico.
                     —De acuerdo —había un tono de sorpresa en su respuesta. Intenté recordar si
               me gustaban las películas de terror, pero no estaba segura—. ¿Quieres que te recoja
               después de la escuela? —me ofreció.
                     —De acuerdo.
                     Jessica me dedicó una sonrisa vacilante antes de irse. Se la devolví con cierto
               retraso, pero pensé que la había visto.
                     El resto del día transcurrió rápidamente y mis pensamientos se concentraron en
               planear  la   salida   de   esa   noche.   Sabía   por   experiencia   que   una   vez  que  Jessica
               comenzara a hablar, yo podría evadirme con unas pocas respuestas murmuradas en
               los momentos   oportunos.  Sólo   haría  falta  una  mínima   interacción.  A  veces,  me
               confundía   la   espesa   neblina   que   emborronaba   mis   días.   Me   sorprendía   al




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