Page 90 - e-book
P. 90

AUTOR                                                                                               Libro
               toda la verdad, que había acompañado a Jacob a comprar unas piezas y que después
               le había visto trabajar en su garaje.
                     —¿Crees que volverás a visitarle pronto? —me preguntó; intentó que no me
               diera cuenta de su interés.
                     —Mañana   después   de   clase   —admití—.   Me   llevaré   los   deberes,   no   te
               preocupes.
                     —Asegúrate de que sea así —me ordenó, aunque tratando de disimular su
               satisfacción.
                     Cuando nos acercamos a la casa, me puse nerviosa. No quería subir al primer
               piso. La calidez de la presencia de Jacob se estaba desvaneciendo y, en su ausencia, la
               ansiedad se incrementaba. Estaba segura de que no me iría de rositas con dos
               tranquilas noches de sueño seguidas.
                     Para retrasar un poco más la hora de acostarme, abrí el correo electrónico; había
               un nuevo mensaje de Renée.
                     Me contaba cosas sobre su día a día, el nuevo club de lectura que llenaba el
               hueco de las clases de meditación que acababa de abandonar, cómo le iba con la
               sustitución que estaba haciendo en segundo grado y cuánto echaba de menos a sus
               chicos de infantil. También me escribía sobre lo mucho que disfrutaba Phil de su
               nuevo trabajo de entrenador y que estaban planeando una segunda luna de miel en
               Disney World.
                     Me   di   cuenta   de   que   estaba   leyéndolo   como   si   fuera   el   reportaje   de   un
               periódico, más que como el mensaje que alguien te dirige personalmente. Me inundó
               el remordimiento, dejándome un regusto desagradable después. Menuda hija estaba

               hecha.
                     Le contesté con rapidez, haciendo comentarios de cada una de las partes de su
               carta y añadiendo información de mi propia cosecha; le describí la fiesta de los
               espaguetis en casa de Billy y cómo me sentí mientras observaba a Jacob hacer algo
               útil con unas pequeñas piezas de metal, sobrecogida y algo envidiosa. No hice
               mención al cambio que supondría para ella esta carta respecto a las que había
               recibido en los últimos meses. Apenas podía recordar lo que le había escrito, ni
               siquiera   la   semana   pasada,   pero   estaba   segura   de   que   no   había   sido   muy
               comunicativa. Cuanto más pensaba en ello, me sentía más culpable. Seguramente la
               había preocupado mucho.
                     Me quedé mucho rato esa noche después de escribir, haciendo más tareas de la
               casa de las estrictamente necesarias, al suponer que ni la falta de sueño ni el tiempo
               pasado con Jacob —siendo casi feliz de una manera superficial— podrían apartarme
               de los sueños durante más de dos noches seguidas.
                     Me desperté chillando, con el grito sofocado contra la almohada.
                     Mientras la tenue luz de la mañana se filtraba a través de la niebla que había en
               el exterior de mi ventana, yací en la cama e intenté sacudirme los restos del sueño.
               Había una pequeña diferencia en la pesadilla de aquella noche y me concentré en
               ella.
                     No había estado sola en el bosque. Sam Uley, el hombre que me había recogido




                                                                                                     - 90 -
   85   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95