Page 97 - e-book
P. 97

AUTOR                                                                                               Libro
               disparada en dirección a mi dosis.
                     Jacob estaba esperándome. Se me empezó a relajar el pecho conforme lo vi,
               facilitándome la respiración.
                     —¡Hola, Bella! —me llamó.
                     Sonreí aliviada.
                     —Hola, Jacob —saludé con la mano a Billy, que estaba mirando por la ventana.
                     —Vamos a ponernos a trabajar —dijo Jacob con una voz baja pero entusiasta.
                     Yo pude reír sin saber cómo.
                     —Pero ¿de verdad no estás harto de mí ya? —le pregunté. Seguramente estaría
               empezando   a   preguntarse   cuán   desesperada   tenía   que   estar   yo   por   conseguir
               compañía.
                     Jacob encabezó el camino alrededor de la casa en dirección a su garaje.
                     —Qué va. Todavía no.
                     —Por favor, hazme saber cuándo empiezo a ponerte de los nervios. No quiero
               ser una pesada.
                     —Vale —se rió, y sonó como un gorgoteo—. Aunque, bueno, yo de ti no me
               preocuparía por eso.
                     Cuando   llegamos   al   garaje,   me   quedé   de   una   pieza   al   encontrarme   la
               motocicleta roja en pie, con aspecto de moto real, más que de una pila de hierros
               retorcidos.
                     —Jake, eres sorprendente —jadeé.
                     Rompió a reír de nuevo.
                     —Me obsesiono cuando tengo cualquier proyecto entre manos —se encogió de

               hombros—. Aunque lo habría alargado un poco más si tuviera algo de cerebro.
                     —¿Por qué?
                     Miró hacia el suelo, parándose tanto rato que me pregunté si habría escuchado
               mi pregunta. Finalmente, inquirió:
                     —Bella, ¿que habrías hecho si te hubiera dicho que no podía arreglar las motos?
                     Yo tampoco respondí con rapidez, y él levantó la mirada para comprobar mi
               expresión.
                     —Te   hubiera   respondido   que...   tampoco   era   para   tanto,   que   seguro   que
               seríamos capaces de encontrar a alguien que pudiera hacerlo. Y si realmente nos
               hubiéramos sentido desesperados, incluso podríamos haber hecho alguna de las
               tareas del colegio.
                     Jacob sonrió y sus hombros se relajaron. Se sentó al lado de la moto y tomó una
               llave inglesa.
                     —Entonces, ¿me estás diciendo que seguirás viniendo cuando haya terminado?
                     —¿A eso es a lo que te referías? —sacudí la cabeza—. Y yo que suponía que me
               estaba aprovechando de tus poco reconocidas habilidades mecánicas. Estaré aquí
               tanto tiempo como me dejes seguir viniendo.
                     —¿Esperando a encontrarte con Quil de nuevo? —bromeó Jacob.
                     —Me has pillado.
                     Se rió entre dientes.




                                                                                                     - 97 -
   92   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102