Page 165 - Crepusculo 1
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El ritmo de la música se hizo más pausado hasta transformarse en algo más suave y,
para mi sorpresa, entre la profusa maraña de notas, distinguí la melodía de la nana que me
tarareaba.
—Tú inspiraste ésta —dijo en voz baja. La música se convirtió en algo de desbordante
dulzura.
No me salieron las palabras.
—Les gustas, ya lo sabes —dijo con tono coloquial—. Sobre todo a Esme.
Eché un fugaz vistazo a mis espaldas, pero la enorme estancia se había quedado vacía.
— ¿Adonde han ido?
—Supongo que, muy sutilmente, nos han concedido un poco de intimidad.
Suspiré.
—Les gusto, pero Rosalie y Emmett... —dejé la frase sin concluir porque no estaba muy
segura de cómo expresar mis dudas.
Edward torció el gesto.
—No te preocupes por Rosalie —insistió con su persuasiva mirada—. Cambiará de
opinión.
Fruncí los labios con escepticismo.
—¿Y Emmett?
—Bueno, opina que soy un lunático, lo cual es cierto, pero no tienen ningún problema
contigo. Está intentando razonar con Rosalie.
—¿Qué le perturba? —inquirí, no muy segura de querer conocer la respuesta.
Suspiró profundamente.
—Rosalie es la que más se debate contra... contra lo que somos. Le resulta duro que
alguien de fuera de la familia sepa la verdad, y está un poco celosa.
—¿Rosalie tiene celos de mí? —pregunté con incredulidad.
Intenté imaginarme un universo en el que alguien tan impresionante como Rosalie
tuviera alguna posible razón para sentir celos de alguien como yo.
—Eres humana —Edward se encogió de hombros—. Es lo que ella también desearía
ser.
—Vaya —musité, aún aturdida—. En cuanto a Jasper...
—En realidad, eso es culpa mía —me explicó—. Ya te dije que era el que hace menos
tiempo que está probando nuestra forma de vida. Le previne para que se mantuviera a
distancia.
Pensé en la razón de esa instrucción y me estremecí.
—¿Y Esme y Carlisle...? —continué rápidamente para evitar que se diera cuenta.
—Son felices de verme feliz. De hecho, a Esme no le preocuparía que tuvieras un tercer
ojo y dedos palmeados. Durante todo este tiempo se ha preocupado por mí, temiendo que se
hubiera perdido alguna parte esencial de mi carácter, ya que era muy joven cuando Carlisle
me convirtió... Está entusiasmada. Se ahoga de satisfacción cada vez que te toco.
—Alice parece muy... entusiasta.
—Alice tiene su propia forma de ver las cosas —murmuró con los labios
repentinamente contraídos.
—Y no me la vas a explicar, ¿verdad?
Se produjo un momento de comunicación sin palabras entre nosotros. Edward
comprendió que yo sabía que me ocultaba algo y yo que no me lo iba a revelar. Ahora, no.
—¿Qué te estaba diciendo antes Carlisle?
Sus cejas se juntaron hasta casi tocarse.
—Te has dado cuenta, ¿verdad?
Me encogí de hombros.
—Naturalmente.
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