Page 163 - Crepusculo 1
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Había visto antes al doctor Cullen, por supuesto, pero eso no evitó que su joven y
ultrajante perfección me sorprendieran de nuevo. Presumí que quien estaba a su lado era
Esme, la única a la que no había visto con anterioridad. Tenía los mismos rasgos pálidos y
hermosos que el resto. Había algo en su rostro en forma de corazón y en las ondas de su suave
pelo de color caramelo que recordaba a la ingenuidad de la época de las películas de cine
mudo. Era pequeña y delgada, pero, aun así, de facciones menos pronunciadas, más
redondeadas que las de los otros. Ambos vestían de manera informal, con colores claros que
encajaban con el interior de la casa. Me sonrieron en señal de bienvenida, pero ninguno hizo
ademán de acercarse a nosotros en lo que supuse era un intento de no asustarme. La voz de
Edward rompió el breve lapso de silencio.
—Carlisle, Esme, os presento a Bella.
—Sé bienvenida, Bella.
El paso de Carlisle fue comedido y cuidadoso cuando se acercó a mí. Alzó una mano
con timidez y me adelanté un paso para estrechársela.
—Me alegro de volver a verle, doctor Cullen.
—Llámame Carlisle, por favor.
Le sonreí de oreja a oreja con una repentina confianza que me sorprendió. Noté el alivio
de Edward, que seguía a mi lado.
Esme sonrió y avanzó un paso para alcanzar mi mano. El apretón de su fría mano, dura
como la piedra, era tal y como yo esperaba.
—Me alegro mucho de conocerte —dijo con sinceridad.
—Gracias. Yo también me alegro.
Y ahí estaba yo. Era como encontrarse formando parte de un cuento de hadas...
Blancanieves en carne y hueso.
—¿Dónde están Alice y Jasper? —preguntó Edward, pero nadie tuvo ocasión de
responder, ya que ambos aparecieron en ese momento en lo alto de las amplias escaleras.
—¡Hola, Edward! —le saludó Alice con entusiasmo.
Echó a correr escaleras abajo, una centella de pelo oscuro y tez nívea, que llegó para
detenerse delante de mí repentinamente y con elegancia. Esme y Carlisle le lanzaron sendas
miradas de aviso, pero a mí me agradó. Después de todo, eso era natural para ella.
—Hola, Bella —dijo Alice y se adelantó para darme un beso en la mejilla.
Si Carlisle y Esme habían parecido antes muy cautos, ahora se mostraron estupefactos.
Mis ojos también reflejaban esa sorpresa, pero al mismo tiempo me complacía mucho que ella
pareciera aceptarme por completo. Me sorprendió percatarme de que Edward, a mi lado, se
ponía rígido. Le miré, pero su expresión era inescrutable.
—Hueles bien —me alabó, para mi enorme vergüenza—, hasta ahora no me había dado
cuenta.
Nadie más parecía saber qué decir cuando Jasper se presentó allí, alto, leonino. Sentí
una sensación de alivio y de repente me encontré muy a gusto a pesar del sitio en que me
hallaba. Edward miró fijamente a Jasper y enarcó una ceja. Entonces recordé lo que éste era
capaz de hacer.
—Hola, Bella —me saludó Jasper.
Mantuvo la distancia y no me ofreció la mano para que la estrechara, pero era imposible
sentirse incómodo cerca de él.
—Hola, Jasper —le sonreí con timidez, y luego a los demás, antes de añadir como
fórmula de cortesía—Me alegro de conoceros a todos... Tenéis una casa preciosa.
—Gracias —contestó Esme—. Estarnos encantados de que hayas venido.
Me habló con sentimiento, y me di cuenta de que pensaba que yo era valiente.
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