Page 187 - Crepusculo 1
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—Bueno, me gusta pensar en ellos como si fueran hijos míos, en más de un sentido. Me
cuesta mucho controlar mis instintos maternales. ¿No te contó Edward que había perdido un
bebé?
—No —murmuré aturdida, esforzándome por comprender a qué periodo de su vida se
estaría refiriendo.
—Sí, mi primer y único hijo murió a los pocos días de haber nacido, mi pobre cosita —
suspiró—. Me rompió el corazón y por eso me arrojé por el acantilado, como ya sabrás —
añadió con toda naturalidad.
—Edward sólo me dijo que te caíste —tartamudeé.
—Ah. Edward, siempre tan caballeroso —esbozó una sonrisa—. Edward fue el primero
de mis nuevos hijos. Siempre pienso en él de ese modo, incluso aunque, en cierto modo, sea
mayor que yo —me sonrió cálidamente—. Por eso me alegra tanto que te haya encontrado,
corazón —aquellas cariñosas palabras sonaron muy naturales en sus labios—. Ha sido un
bicho raro durante demasiado tiempo; me dolía verle tan solo.
—Entonces, ¿no te importa? —Pregunté, dubitativa otra vez—. ¿Que yo no sea... buena
para él?
—No —se quedó pensativa—. Tú eres lo que él quiere. No sé cómo, pero esto va a salir
bien —me aseguró, aunque su frente estaba fruncida por la preocupación. Se oyó el estruendo
de otro trueno.
En ese momento, Esme se detuvo. Por lo visto, habíamos llegado a los límites del
campo. Al parecer, ya se habían formado los equipos. Edward estaba en la parte izquierda del
campo, bastante lejos; Carlisle se encontraba entre la primera y la segunda base, y Alice tenía
la bola en su poder, en lo que debía ser la base de lanzamiento.
Emmett hacía girar un bate de aluminio, sólo perceptible por su sonido silbante, ya que
era casi imposible seguir su trayectoria en el aire con la vista. Esperaba que se acercara a la
base de meta, pero ya estaba allí, a una distancia inconcebible de la base de lanzamiento,
adoptando la postura de bateo para cuando me quise dar cuenta. Jasper se situó detrás, a un
metro escaso, para atrapar la bola para el otro equipo. Como era de esperar, ninguno llevaba
guantes.
—De acuerdo —Esme habló con voz clara, y supe que Edward la había oído a pesar de
estar muy alejado—, batea.
Alice permanecía erguida, aparentemente inmóvil. Su estilo parecía que estaba más
cerca de la astucia, de lo furtivo, que de una técnica de lanzamiento intimidatorio. Sujetó la
bola con ambas manos cerca de su cintura; luego, su brazo derecho se movió como el ataque
de una cobra y la bola impactó en la mano de Jasper.
— ¿Ha sido un strike? —le pregunté a Esme.
—Si no la golpean, es un strike —me contestó.
Jasper lanzó de nuevo la bola a la mano de Alice, que se permitió una gran sonrisa antes
de estirar el brazo para efectuar otro nuevo lanzamiento.
Esta vez el bate consiguió, sin saber muy bien cómo, golpear la bola invisible. El
chasquido del impacto fue tremendo, atronador. Entendí con claridad la razón por la que
necesitaban una tormenta para jugar cuando las montañas devolvieron el eco del golpe.
La bola sobrevoló el campo como un meteorito para irse a perder en lo profundo del
bosque circundante.
—Carrera completa —murmuré.
—Espera —dijo Esme con cautela, escuchando atenta y con la mano alzada.
Emmett era una figura borrosa que corría de una base a otra y Carlisle, la sombra que lo
seguía. Me di cuenta de que Edward no estaba.
— ¡Out!—cantó Esme con su voz clara.
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