Page 192 - Crepusculo 1
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—En realidad, vamos hacia el norte, aunque hemos sentido curiosidad por lo que había
               por aquí. No hemos tenido compañía durante mucho tiempo.
                     —No,  esta  región  suele  estar  vacía  si  exceptuamos  a  mi  grupo  y  algún  visitante
               ocasional, como vosotros.
                     La tensa atmósfera había evolucionado hacia una conversación distendida; supuse que
               Jasper estaba usando su peculiar don para controlar la situación.
                     —  ¿Cuál  es  vuestro  territorio  de  caza?  —preguntó  Laurent  como  quien  no  quiere  la
               cosa.
                     Carlisle ignoró la presunción que implicaba la pregunta.
                     —Esta, los montes Olympic, y algunas veces la Coast Ranges de una punta a la otra.
               Tenemos una residencia aquí. También hay otro asentamiento permanente como el nuestro
               cerca de Denali.
                     Laurent se balanceó, descansando el peso del cuerpo sobre los talones, y preguntó con
               viva curiosidad:
                     — ¿Permanente? ¿Y como habéis conseguido algo así?
                     — ¿Por qué no nos acompañáis a nuestra casa y charlamos más cómodos? —Los invitó
               Carlisle—. Es una larga historia.
                     James y Victoria intercambiaron una mirada de sorpresa cuando Carlisle mencionó la
               palabra «casa», pero Laurent controló mejor su expresión.
                     —Es muy interesante y hospitalario por vuestra parte —su sonrisa era encantadora—.
               Hemos  estado  de  caza  todo  el  camino  desde  Ontario  —estudió  a  Carlisle  con  la  mirada,
               percatándose de su aspecto refinado—. No hemos tenido ocasión de asearnos un poco.
                     —Por  favor,  no  os  ofendáis,  pero  he  de  rogaros  que  os  abstengáis  de  cazar  en  los
               alrededores de esa zona. Debemos pasar desapercibidos, ya me entiendes —explicó Carlisle.
                     —Claro  ——asintió  Laurent—.  No  pretendemos  disputaros  el  territorio.  De  todos
               modos, acabamos de alimentarnos a las afueras de Seattle.
                     Un escalofrío recorrió mi espalda cuando Laurent rompió a reír.
                     —Os  mostraremos  el  camino  si  queréis  venir  con  nosotros.  Emmett,  Alice,  id  con
               Edward y Bella a recoger el Jeep —añadió sin darle importancia.
                     Mientras Carlisle hablaba, ocurrieron tres cosas a la vez. La suave brisa despeinó mi
               cabello, Edward se envaró y el segundo varón, James, movió su cabeza repentinamente de un
               lado a otro, buscando, para luego centrar en mí su escrutinio, agitando las aletas de la nariz.
                     Una rigidez repentina afectó a todos cuando James se adelantó un paso y se agazapó.
               Edward  exhibió  los  dientes  y  adoptó  la  misma  postura  defensiva  al  tiempo  que  emitía  un
               rugido  bestial  que  parecía  desgarrarle  la  garganta.  No  tenía  nada  que  ver  con  los  sonidos
               juguetones que le había escuchado esta mañana. Era lo más amenazante que había oído en mi
               vida y me estremecí de los pies a la cabeza.
                     —  ¿Qué  ocurre?  exclamó  Laurent,  sorprendido.  Ni  James  ni  Edward  relajaron  sus
               agresivas  poses.  El  primero  fintó  ligeramente  hacia  un  lado  y  Edward  respondió  al
               movimiento.
                     —Ella está con nosotros.
                     El  firme  desafío  de  Carlisle  se  dirigía  James.  Laurent  parecía  percibir  mi  olor  con
               menos fuerza que James, pero pronto se dio cuenta y el descubrimiento se reflejó también en
               su rostro.
                     — ¿Nos habéis traído un aperitivo? —inquirió con voz incrédula, mientras, sin darse
               cuenta, daba un paso adelante.
                     Edward  rugió  con  mayor  ferocidad  y  dureza,  curvando  el  labio  superior  sobre  sus
               deslumbrantes dientes desnudos. Laurent retrocedió el paso que había dado.
                     —He dicho que ella está con nosotros —replicó Carlisle con sequedad.






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