Page 216 - Crepusculo 1
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LA LLAMADA


                     Me percaté de que otra vez era demasiado temprano en cuanto me desperté. Sabía que
               estaba  invirtiendo  progresivamente  el  horario  habitual  del  día  y  de  la  noche.  Me  quedé
               tumbada en la cama y escuché las voces tranquilas de Jasper y Alice en la otra habitación.
               Resultaba  muy  extraño  que  hablaran  lo  bastante  alto  como  para  que  los  escuchara.  Rodé
               rápidamente sobre la cama y me incorporé. Luego, me dirigí trastabillando hacia el saloncito.
                     El reloj que había sobre la televisión marcaba las dos de la madrugada. Alice y Jasper se
               sentaban  juntos  en  el  sofá.  Alice  estaba  dibujando  otra  vez,  Jasper  miraba  el  boceto  por
               encima del hombro de ésta. Estaban tan absortos en el trabajo de Alice que no miraron cuando
               entré.
                     Me arrastré hasta el lado de Jasper para echar un vistazo.
                     — ¿Ha visto algo más? —pregunté en voz baja.
                     —Sí.  Algo  le  ha  hecho  regresar  a  la  habitación  donde  estaba  el  vídeo,  y  ahora  está
               iluminada.
                     Observé a Alice dibujar una habitación cuadrada con vigas oscuras en el techo bajo. Las
               paredes estaban cubiertas con paneles de madera, un poco más oscuros de la cuenta, pasados
               de moda. Una oscura alfombra estampada cubría el suelo. Había una ventana grande en la
               pared sur y en la pared oeste un vano que daba a una sala de estar. Uno de los lados de esta
               entrada era de piedra y en él se abría una gran chimenea de color canela que daba a ambas
               habitaciones. Desde este punto de vista, el centro de la imagen lo ocupaban una televisión y
               un vídeo —en equilibrio un tanto inestable sobre un soporte de madera demasiado pequeño
               para los dos—, que se encontraban en la esquina sudoeste de la habitación. Un viejo sofá de
               módulos se curvaba en frente de la televisión con una mesita de café redonda delante.
                     —El teléfono está allí —susurré e indiqué el lugar.
                     Dos pares de ojos eternos se fijaron en mí.
                     —Es la casa de mi madre.
                     Alice ya se había levantado del sofá de un salto con el móvil en la mano; empezó a
               marcar. Contemplé ensimismada la precisa interpretación de la habitación donde se reunía la
               familia de mi madre. Jasper se acercó aún más  a mí, cosa rara  en  él,  y me puso  la mano
               suavemente en el hombro. El contacto físico acentuó su influjo tranquilizador. La sensación
               de pánico se difuminó y no llegó a tomar forma.
                     Los labios de Alice temblaban debido a la velocidad con la que hablaba, por lo que no
               pude descifrar ese sordo zumbido. No podía concentrarme.
                     —Bella  —me  llamó  Alice.  La  miré  atontada—.  Bella,  Edward  viene  a  buscarte.
               Emmett, Carlisle y él te van a recoger para esconderte durante un tiempo.
                     — ¿Viene Edward?
                     Aquellas palabras se me antojaron como un chaleco salvavidas al que sujetarme para
               mantener la cabeza fuera de una riada.
                     —Sí. Va a tomar el primer vuelo que salga de Seattle. Lo recogeremos en el aeropuerto
               y te irás con él.
                     —Pero,  mi  madre...  —a  pesar  de  Jasper,  la  histeria  burbujeaba  en  mi  voz—.  ¡El
               rastreador ha venido a por mi madre, Alice!
                     —Jasper y yo nos aseguraremos de que esté a salvo.





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