Page 212 - Crepusculo 1
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—Es pronto, estará en la habitación del espejo hoy o quizás mañana. Se encuentra a la
espera y ahora permanece en la penumbra.
La voz de Jasper era metódica, actuaba con la tranquilidad de quien tiene experiencia en
ese tipo de interrogatorios.
— ¿Qué hace ahora?
—Ver la televisión a oscuras en algún sitio... no, es un vídeo.
— ¿Puedes ver dónde se encuentra?
—No, hay demasiada oscuridad.
— ¿Hay algún otro objeto en la habitación del espejo?
—Sólo veo espejos y una especie de banda dorada que rodea la habitación. También
hay un gran equipo de música y un televisor encima de una mesa negra. Ha colocado allí un
vídeo, pero no lo mira de la misma forma que lo hacía en la habitación a oscuras —sus ojos
erraron sin rumbo fijo, y luego se centraron en el rostro de Jasper—. Esa es la habitación
donde espera.
— ¿No hay nada más?
Ella negó con la cabeza; luego, se miraron el uno al otro, inmóviles.
— ¿Qué significa? —pregunté.
Nadie me contestó durante unos instantes; luego, Jasper me miró.
—Significa que el rastreador ha cambiado de planes y ha tomado la decisión que lo
llevará a la habitación del espejo y a la sala oscura.
—Pero no sabemos dónde están.
—Bueno, pero sí sabemos que no le están persiguiendo en las montañas al norte de
Washington. Se les escapará —concluyó Alice lúgubremente.
— ¿No deberíamos llamarlos? —pregunté. Ellos intercambiaron una mirada seria,
indecisos.
El teléfono sonó.
Alice cruzó la habitación antes de que pudiera alzar el rostro para mirarla.
Pulsó un botón y se lo acercó al oído, aunque no fue la primera en hablar.
—Carlisle —susurró. A mí no me pareció sorprendida ni aliviada—. Sí —dijo sin dejar
de mirarme; permaneció a la escucha un buen rato—. Acabo de verlo —afirmó, y le describió
la reciente visión—. Fuera lo que fuera lo que le hizo tomar ese avión, seguramente le va
conducir a esas habitaciones —hizo una pausa—. Sí —contestó al teléfono, y luego me
llamó—. ¿Bella?
Me alargó el teléfono y corrí hacia el mismo.
— ¿Diga? —murmuré.
—Bella —dijo Edward.
— ¡Oh, Edward! Estaba muy preocupada.
—Bella —suspiró, frustrado—. Te dije que no te preocuparas de nadie que no fueras tú
misma.
Era tan increíblemente maravilloso oír su voz que mientras él hablaba sentí cómo la
nube de desesperación que planeaba sobre mí ascendía y se disolvía.
— ¿Dónde estás?
—En los alrededores de Vancouver. Lo siento, Bella, pero lo hemos perdido. Parecía
sospechar de nosotros y ha tenido la precaución de permanecer lo bastante lejos para que no
pudiera leerle el pensamiento. Se ha ido, parece que ha tomado un avión. Creemos que ha
vuelto a Forks para empezar de nuevo la búsqueda.
Oía detrás de mí cómo Alice ponía al día a Jasper. Hablaba con rapidez, las palabras se
atropellaban unas a otras, formando un zumbido constante.
—Lo sé. Alice vio que se había marchado.
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