Page 214 - Crepusculo 1
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— ¿Estás segura de que es la misma habitación? —me preguntó Jasper, todavía
tranquilo.
—No, no del todo. Supongo que todos los estudios de danza son muy parecidos, todos
tienen espejos y barras —deslicé un dedo a lo largo de la barra de ballet situada junto a los
espejos—. Sólo digo que su aspecto me resulta familiar.
Toqué la puerta del boceto, colocada exactamente en el mismo sitio donde se
encontraba la que yo recordaba.
— ¿Tendría algún sentido que quisieras ir allí ahora? —me preguntó Alice,
interrumpiendo mis recuerdos.
—No, no he puesto un pie allí desde hace por lo menos diez años. Era una bailarina
espantosa, hasta el punto de que me ponían en la última fila en todas las actuaciones —
reconocí.
— ¿Y no puede guardar algún tipo de relación contigo ahora? —inquirió Alice con
suma atención.
—No, ni siquiera creo que siga perteneciendo a la misma persona. Estoy segura de que
debe de ser otro estudio de danza en cualquier otro sitio.
— ¿Dónde está el estudio en el que dabas clase? —me preguntó Jasper con fingida
indiferencia.
—Estaba justo en la esquina de la calle donde vivía mi madre, solía pasar por allí
después de la escuela... —dejé la frase inconclusa, pero me percaté del intercambio de
miradas entre Alice y Jasper.
—Entonces, ¿está aquí?, ¿en Phoenix? —el tono de la voz de éste seguía pareciendo
imperturbable.
—Sí —murmuré—. En la 58 esquina con Cactus.
Nos quedamos todos sentados contemplando fijamente el dibujo.
—Alice, ¿es seguro este teléfono?
—Sí —me garantizó—. Si rastrean el número, la pista los llevará a Washington.
—Entonces puedo usarlo para llamar a mi madre.
—Creía que estaba en Florida.
—Así es, pero va a volver pronto y no puede ir a esa casa mientras. .. —me tembló la
voz.
No dejaba de darle vueltas a un detalle que había comentado Edward. La mujer pelirroja
había estado en casa de Charlie y en la escuela, donde figuraban mis datos.
— ¿Cómo la puedes localizar?
—No tienen número fijo, salvo en casa, aunque se supone que mamá comprueba si tiene
mensajes en el contestador de vez en cuando.
— ¿Jasper? —preguntó Alice.
El aludido se lo pensó.
—No creo que esto ocasione daño alguno, aunque asegúrate de no revelar tu paradero,
claro.
Tomé el móvil con impaciencia y marqué el número que me era tan familiar. Sonó
cuatro veces; luego, oí la voz despreocupada de mi madre pidiendo que dejara un mensaje.
—Mamá —dije después del pitido—, soy yo, Bella. Escucha, necesito que hagas algo.
Es importante. Llámame a este número en cuanto oigas el mensaje —Alice ya estaba a mi
lado, escribiéndomelo en la parte inferior del dibujo, y lo leí cuidadosamente dos veces—. Por
favor, no vayas a ninguna parte hasta que no hablemos. No te preocupes, estoy bien, pero
llámame enseguida, no importa lo tarde que oigas el mensaje, ¿vale? Te quiero, mamá, chao.
Cerré los ojos y recé con todas mis fuerzas para que no llegara a casa por algún cambio
imprevisto de planes antes de oír mi mensaje.
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