Page 221 - Crepusculo 1
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EL JUEGO DEL ESCONDITE



                     Todo el pavor, la desesperación y la devastación de mi corazón habían requerido menos
               tiempo del que había pensado. Los minutos transcurrían con mayor lentitud de lo habitual.
               Jasper aún no había regresado cuando me reuní con Alice. Me atemorizaba permanecer con
               ella en la misma habitación —por miedo a lo que pudiera adivinar— tanto como rehuirla, por
               el mismo motivo.
                     Creía  que  mis  pensamientos  torturados  y  volubles  harían  que  fuera  incapaz  de
               sorprenderme por nada, pero me sorprendí de verdad cuando la vi doblarse sobre el escritorio,
               aferrándose al borde con ambas manos.
                     — ¿Alice?
                     No reaccionó cuando mencioné su nombre, pero movía la cabeza de un lado a otro. Vi
               su rostro y la expresión vacía y aturdida de su mirada. De inmediato pensé en mi madre. ¿Era
               ya demasiado tarde?
                     Me apresuré a acudir junto a ella y sin pensarlo, extendí la mano para tocar la suya.
                     — ¡Alice! —exclamó Jasper con voz temblorosa.
                     Este ya se hallaba a su lado, justo detrás, cubriéndole las manos con las suyas y soltando
               la presa que la aferraba a la mesa. Al otro lado de la sala de estar, la puerta de la habitación se
               cerró sola con suave chasquido.
                     — ¿Qué ves? —exigió saber.
                     Ella apartó el rostro de mí y lo hundió en el pecho de Jasper.
                     —Bella —dijo Alice.
                     —Estoy aquí —repliqué.
                     Aunque con una expresión ausente, Alice giró la cabeza hasta que nuestras miradas se
               engarzaron. Comprendí inmediatamente que no me hablaba a mí, sino que había respondido a
               la pregunta de Jasper.
                     —  ¿Qué  has  visto?  —inquirí.  Pero  en  mi  voz  átona  e  indiferente  no  había  ninguna
               pregunta de verdad.
                     Jasper me estudió con atención. Mantuve la expresión ausente y esperé. Estaba confuso
               y su mirada iba del rostro de Alice al mío mientras sentía el caos... Yo había adivinado lo que
               acababa de ver Alice.
                     Sentí  que  un  remanso  de  tranquilidad  se  instalaba  en  mi  interior,  y  celebré  la
               intervención de Jasper, ya que me ayudaba a disciplinar mis emociones y mantenerlas bajo
               control.
                     Alice también se recobró y al final, con voz sosegada y convincente, contestó:
                     —En realidad, nada. Sólo la misma habitación de antes.
                     Por último, me miró con expresión dulce y retraída antes de preguntar:
                     — ¿Quieres desayunar?
                     —No, tomaré algo en el aeropuerto.
                     También  yo  me  sentía  muy  tranquila.  Me  fui  al  baño  a  darme  una  ducha.  Por  un
               momento creí que Jasper había compartido conmigo su extraño poder extrasensorial, ya que
               percibí  la  virulenta  desesperación  de  Alice,  a  pesar  de  que  la  ocultaba  muy  bien,
               desesperación porque yo saliera de la habitación y ella se pudiera quedar a solas con Jasper.
               De ese modo, le podría contar que se estaban equivocando, que iban a fracasar...




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