Page 250 - Crepusculo 1
P. 250
inexpresivo. Vi cómo una chica de segundo con un traje rosa le miraba con interés y timidez,
pero él no pareció percatarse.
—No te enfades, ¿vale? —Jacob miró a otro lado, con aspecto culpable.
—No es posible que me enfade contigo, Jacob —le aseguré—. Ni siquiera voy a
enfadarme con Billy. Di lo que tengas que decir.
—Bueno, es un tanto estúpido... Lo siento, Bella, pero quiere que dejes a tu novio. Me
dijo que te lo pidiera «por favor».
Sacudió la cabeza con ademán disgustado.
—Sigue con sus supersticiones, ¿verdad?
—Sí. Se vio abrumado cuando te hiciste daño en Phoenix. No se creyó que... —Jacob
no terminó la frase, sin ser consciente de ello.
—Me caí —le atajé mientras entrecerraba los ojos.
—Lo sé —contestó Jacob con rapidez.
—Billy cree que Edward tuvo algo que ver con el hecho de que me hiriera —no era una
pregunta, y me enfadé a pesar de mi promesa.
Jacob rehuyó mi mirada. Ni siquiera nos molestábamos ya en seguir el compás de la
música, aunque sus manos seguían en mi cintura y yo tenía las mías en sus hombros.
—Mira, Jacob, sé que probablemente Billy no se lo va a creer, pero quiero que al menos
tú lo sepas —me miró ahora, notando la nueva seriedad que destilaba mi voz—. En realidad,
Edward me salvó la vida. Hubiera muerto de no ser por él y por su padre.
—Lo sé —aseguró.
Parecía que la sinceridad de mis palabras le había convencido en parte y, después de
todo, tal vez Jacob consiguiera convencer a su padre, al menos en ese punto.
—Jake, escucha, lamento que hayas tenido que hacer esto —me disculpé—. En
cualquier caso, ya has cumplido con tu tarea, ¿de acuerdo?
—Sí —musitó. Seguía teniendo un aspecto incómodo y enfadado.
— ¿Hay más? —pregunté con incredulidad.
—Olvídalo —masculló—. Conseguiré un trabajo y ahorraré el dinero por mis propios
medios.
Clavé los ojos en él hasta que nuestras miradas se encontraron. —Suéltalo y ya está,
Jacob.
—Es bastante desagradable.
—No te preocupes. Dímelo —insistí.
—Vale... Pero, ostras, es que suena tan mal... —movió la cabeza—. Me pidió que te
dijera, pero no que te advirtiera... —levantó una mano de mi cintura y dibujó en el aire unas
comillas—: «Estaremos vigilando». El plural es suyo, no mío.
Aguardó mi reacción con aspecto circunspecto.
Se parecía tanto a la frase de una película de mafiosos que me eché a reír.
—Siento que hayas tenido que hacer esto, Jake.
Me reí con disimulo.
—No me ha importado demasiado —sonrió aliviado mientras evaluaba con la mirada
mi vestido—. Entonces, ¿le puedo decir que me has contestado que deje de meterse en tus
asuntos de una vez? —preguntó esperanzado.
—No —suspiré—. Agradéceselo de mi parte. Sé que lo hace por mi bien.
La canción terminó y bajé los brazos.
Sus manos dudaron un momento en mi cintura y luego miró a mi pierna inútil.
— ¿Quieres bailar otra vez, o te llevo a algún lado?
—No es necesario, Jacob —respondió Edward por mí—. Yo me hago cargo.
Jacob se sobresaltó y miró con los ojos como platos a Edward, que estaba justo a
nuestro lado.
— 250 —