Page 33 - Crepusculo 1
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—Parece que ha tenido muchísima suerte —dijo con una sonrisa mientras firmaba mi
               informe con una fioritura.
                      —La suerte fue que Edward estuviera a mi lado —le corregí mirando con dureza al
               objeto de mi declaración.
                      —Ah, sí, bueno —musitó el doctor Cullen, súbitamente ocupado con los papeles que
               tenía delante. Después, miró a Tyler y se marchó a la cama contigua. Tuve la intuición de que
               el doctor estaba al tanto de todo.
                      —Lamento decirle que usted se va a tener que quedar con nosotros un poquito más —
               le dijo a Tyler, y empezó a examinar sus heridas.
                      Me acerqué a Edward en cuanto el doctor me dio la espalda.
                      — ¿Puedo hablar contigo un momento? —murmuré muy bajo. Se apartó un paso de
               mí, con la mandíbula tensa.
                      —Tu padre te espera —dijo entre dientes.
                      Miré al doctor Cullen y a Tyler, e insistí:
                      —Quiero hablar contigo a solas, si no te importa.
                      Me miró con ira, me dio la espalda y anduvo a trancos por la gran sala. Casi tuve que
               correr para seguirlo, pero se volvió para hacerme frente tan pronto como nos metimos en un
               pequeño corredor.
                      — ¿Qué quieres? —preguntó molesto.
                      Su mirada era glacial y su hostilidad me intimidó, hablé con más severidad de la que
               pretendía.
                      —Me debes una explicación —le recordé.
                      ——Te salvé la vida. No te debo nada.
                      Retrocedí ante el resentimiento de su tono.
                      —Me lo prometiste.
                      —Bella, te diste un fuerte golpe en la cabeza, no sabes de qué hablas.
                      Lo dijo de forma cortante. Me enfadé y le miré con gesto desafiante.
                      —No me pasaba nada en la cabeza.
                      Me devolvió la mirada de desafío.
                      — ¿Qué quieres de mí, Bella?
                      —Quiero saber la verdad —dije—. Quiero saber por qué miento por ti.
                      — ¿Qué crees que pasó? —preguntó bruscamente.
                      —Todo lo que sé —le contesté de forma atropellada— es que no estabas cerca de mí,
               en absoluto, y Tyler tampoco te vio, de modo que no me vengas con eso de que me he dado
               un golpe muy fuerte en la cabeza. La furgoneta iba a matarnos, pero no lo hizo. Tus manos
               dejaron abolladuras tanto en la carrocería de la furgoneta como en el coche marrón, pero has
               salido ileso. Y luego la sujetaste cuando me iba a aplastar las piernas...
                      Me di cuenta de que parecía una locura y fui incapaz de continuar. Sentí que los ojos
               se me llenaban de lágrimas de pura rabia. Rechiné los dientes para intentar contenerlas.
                      Edward  me  miró  con  incredulidad,  pero  su  rostro  estaba  tenso  y  permanecía  a  la
               defensiva.
                      — ¿Crees que aparté a pulso una furgoneta?
                      Su voz cuestionaba mi cordura, pero sólo sirvió para alimentar más mis sospechas, ya
               que parecía la típica frase perfecta que pronuncia un actor consumado. Apreté la mandíbula y
               me limité a asentir con la cabeza.
                      —Nadie te va a creer, ya lo sabes.
                      Su voz contenía una nota de burla y desdén.
                      —No se lo voy a decir a nadie.
                      Hablé  despacio,  pronunciando  lentamente  cada  palabra,  controlando  mi  enfado  con
               cuidado. La sorpresa recorrió su rostro.




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