Page 81 - Coleccion d elibros de lectura
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—No te asustes cuando sople el
                                                            viento —le dijo uno de los Truenos a
                                                            Tajín—; son nuestras capas cuando las
                                                            agitamos.
                                                                —Ni te espantes con los relámpagos;
                                                            son nuestras espadas que relumbran
                                                            en la oscuridad.
                                                                —Ni te hagan sufrir los truenos; son
                                                            nuestras botas que retumban contra las
                                                            nubes.

                                                                —No permitas que la lluvia te moje,
                                                            porque si te resfrías después no podrás
                                                            ayudarnos.
                                                                —No vayas a descuidar los frijoles
                                                            porque se pueden quemar y el baile nos
                                                            abre el apetito.
                                                                —Ni te vayas a quedar dormido,

                                                            pues alguien podría entrar y llevarse
                                                            nuestra cena.
                                                                —Sobre  todo  —le  dijo  el  Trueno
                                                            Mayor—,  no  dejes  que  se  apague  el
                                                            fuego,  porque  cuesta  mucho  trabajo
                                                            volver a encenderlo.



                                             Así se despidieron los Truenos y Tajín les dijo que sí a

                                        todo. Al principio pudo verlos mientras iban subiendo por
                                        los aires con sus trajes de labor, como si la escalinata de la
                                        pirámide continuara más allá de las copas de los árboles.
                                        Todavía pudo distinguirlos cuando corrían reuniendo las
                                        nubes como si éstas fueran los animales de un rebaño.
                                            Y, en efecto, cuando los Truenos movían las capas, Tajín
                                        sentía cómo el viento le sacudía los cabellos; y cuando









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