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“Es lo bueno de tener un amigo invisible”, pensó nuestra amiga.
Como Cloe deseaba ver castillos, François la llevó a la ruta de los castillos. ¡Vio al menos veinte! Le
gustó saber que en los de Amboise y de Blois habían vivido reyes.
François consideró que Cloe necesitaba un descanso, así que se acercaron a Lamotte-Beuvron y la
dejó frente al escaparate de una pastelería. Cloe comenzó a salivar, le apetecía degustar todos los
dulces, galletas y pasteles que veía.
—Te traje a este pueblo para que pruebes la tarta Tatín —François señaló una tarta.
–¿Tarta de manzana? Está rica, ya la conozco.
–Ésta no. ¡Pruébala!
Cloe se sorprendió cuando descubrió caramelo líquido dentro de su tarta. El sabor era diferente y
estaba mucho más deliciosa que las que conocía.
—Cuenta la leyenda que una pastelera, con las prisas, cometió un error al hacer la tarta. El resultado
fue esta nueva especialidad.
–¡Ojalá yo cometiese esos errores! —exclamó Cloe justo antes abrir la boca y meterse el último trozo.
En Orleans, aparecieron junto a una estatua ecuestre de una mujer.
—¡Es Juana de Arco! ¿Aquí también es famosa?
—Sí, libró la ciudad de los ingleses; fue durante una batalla importante en la guerra de los Cien Años.
—¡Cien años! —Cloe no podía creer que la gente luchase durante tanto tiempo. Lo que no sabía es
que, en realidad, la contienda duró incluso algunos más.