Page 102 - veinte mil leguas de viaje submarino
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El calórico crea, en efecto, densidades diferentes que producen las corrientes y
                  contracorrientes. La evaporación, nula en las regiones hiperbóreas, muy activa en las
                  tropicales, provoca un cambio permanente entre las aguas tropicales y polares. Además, yo
                  he sorprendido corrientes de arriba abajo y de abajo arriba que forman la verdadera
                  respiración del océa-no. Yo he visto la molécula de agua de mar, caliente en la su-perficie,
                  redescender a las profundidades, alcanzar su máxi-mo de densidad a dos grados bajo cero
                  para, al enfriarse así, hacerse más ligera y volver a subir. Verá usted, en los Polos, las
                  consecuencias de este fenómeno, y comprenderá enton-ces por qué, en virtud de esta ley de
                  la previsora naturaleza, la congelación no puede producirse nunca más que en la su-perficie
                  de las aguas.

                  Mientras el capitán Nemo acababa su frase, yo me decía: «¡El Polo! ¿Es que este audaz
                  personaje pretende conducir-nos hasta allí?».

                  El capitán Nemo guardó nuevamente silencio, en la con-templación de ese elemento tan
                  completa e incesantemente estudiado por él.

                  -Las sales  prosiguió luego  se hallan en el mar en consi-derables cantidades, tantas que
                  si pudiera usted, señor pro-fesor, retirar todas las que contiene en disolución extraería usted
                  una masa de cuatro millones y medio de leguas cúbi-cas que, extendida sobre el Globo,
                  formaría una capa de más de diez metros de altura[L13] . Y no crea que la presencia de esas
                  sales sea debida a un capricho de la naturaleza. No. Esas sa-les hacen que el agua marina
                  sea menos evaporable, impiden a los vientos arrebatarle una excesiva cantidad de vapores,
                  que, al condensarse y luego licuarse, sumergirían las zonas templadas. ¡Inmenso papel de
                  equilibrio el suyo en la econo-mía del Globo!

                  El capitán Nemo se detuvo, se incorporó, dio algunos pa-

                  sos sobre la plataforma y regresó hacia mí '.

                   En cuanto a los infusorios  continuó diciendo , en cuanto a esos miles de millones de
                  animálculos, de los que sólo una gota de agua contiene millones y de los que hacen falta
                  unos ochocientos mil para dar un peso de un miligra-mo, su papel no es menos importante.
                  Absorben las sales marinas, asimilan los elementos sólidos del agua y, verdade-ros
                  creadores de continentes calcáreos, fabrican corales y madréporas. Y entonces, la gota de
                  agua, privada de su ele-mento mineral, se aligera, asciende a la superficie donde ab-sorbe
                  las sales abandonadas por la evaporación, se hace más pesada, redesciende y lleva a los
                  animálculos nuevos elemen-tos para absorber. De ahí, una doble corriente ascendente y
                  descendente, en un movimiento continuo, en el movimiento de la vida. La vida, más intensa
                  que en los continentes, más exuberante, más infinita, triunfante en todas las partes del
                  océano, elemento mortífero para el hombre, se ha dicho, pero elemento vital para miríadas
                  de animales y para mí.

                  Al hablar así, el capitán Nemo se transfiguraba y provoca-ba en mí una extraordinaria
                  emoción.
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