Page 139 - Matilda
P. 139
si dentro de su cabeza empezaran las chispas a dar vueltas y más vueltas, hasta
que salían por sus ojos. Le producía una sensación de poder casi etéreo. ¡Qué
rápido había sido esta vez! ¡Qué sencillo!
Atravesó el dormitorio, recogió el puro y lo volvió a colocar sobre el
aparador.
« Ahora más difícil» , se dijo. « Porque si tengo el poder de empujar,
seguramente tendré también el de levantar. Es vital que aprenda a levantarlo.
Tengo que aprender a levantarlo en el aire y mantenerlo allí. Un puro no es un
objeto muy pesado» .
Se sentó en el borde de la cama y comenzó de nuevo. Le resultó fácil
concentrar el poder detrás de sus ojos. Era como apretar un gatillo en el cerebro.
—¡Levántate! —susurró—. ¡Levántate! ¡Levántate!
Al principio, el puro comenzó a rodar pero, luego, cuando Matilda se
concentró con gran esfuerzo, empezó a elevarse lentamente uno de sus extremos,
cosa de un par de centímetros. Pudo mantenerlo así, haciendo un esfuerzo
colosal. Luego volvió a caer de nuevo.
—¡Uy! —exclamó jadeando—. ¡Lo voy consiguiendo! ¡Estoy empezando a
hacerlo!
Matilda siguió practicando durante una hora y, al final, pudo conseguir, con el
poder de sus ojos, elevar el puro unos quince centímetros del aparador y
mantenerlo así durante un minuto. Al acabar, se sintió de pronto tan extenuada
que se dejó caer en la cama y se quedó dormida.