Page 140 - Matilda
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Así fue como la encontró más tarde su madre.
—¿Qué te pasa? —preguntó su madre, despertándola—. ¿Estás enferma?
—¡Oh, cielos! —exclamó Matilda, incorporándose y mirando a su alrededor
—. No. Estoy muy bien. Estaba un poco cansada, eso es todo.
A partir de entonces, todos los días, después de la escuela, Matilda se
encerraba en su habitación y practicaba con el puro. Y muy pronto, lo consiguió
de la forma más maravillosa. Seis días después, un miércoles por la tarde, ya era
capaz no sólo de elevar el puro en el aire, sino también hacer que se desplazara
de lugar, exactamente como ella quería. Era magnífico.
—¡Puedo hacerlo! —exclamó—. ¡Puedo hacerlo de verdad! ¡Puedo elevar
el puro sólo con el poder de mis ojos y empujarlo y moverlo en el aire como yo
quiera!
Sólo le restaba ahora poner en marcha su gran plan.