Page 64 - Matilda
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—Puedes seguir mirando mientras hablamos —dijo el señor Wormwood—.
Ésta es la profesora de Matilda. Dice que tiene que contarnos una serie de cosas.
—Me llamo Jennifer Honey —se presentó—. ¿Cómo está usted, señora
Wormwood?
La señora Wormwood la miró con cara de pocos amigos y dijo:
—¿Qué es lo que pasa?
Nadie invitó a la señorita Honey a sentarse, por lo que eligió una silla y se
sentó.
—Hoy ha sido el primer día de clase de su hija.
—Ya lo sabemos —dijo la señora Wormwood, enfadada por tener que
perderse el programa—. ¿Es eso todo lo que ha venido a decirnos?
La señorita Honey miró severamente los ojos grises de la otra mujer, hasta
que la señora Wormwood se sintió incómoda.
—¿Me permiten que les explique para qué he venido? —preguntó.
—Adelante —dijo la señora Wormwood.
—Ustedes deben saber —comenzó la señorita Honey— que los niños del
curso inferior de la escuela no suelen saber leer, ni deletrear ni hacer
malabarismos con los números cuando llegan a ella. Los niños de cinco años no
pueden hacerlo. Pero Matilda hace todo eso. Y si he de creer lo que dice…
—Yo no lo creería —dijo la señora Wormwood, aún furiosa por no tener
sonido en el televisor.
—¿Mentía entonces —preguntó la señorita Honey— cuando me dijo que
nadie la había enseñado a multiplicar y a leer? ¿Alguno de ustedes la ha
enseñado?
—¿Enseñado a qué? —preguntó el señor Wormwood.
—A leer. A leer libros —dijo la señorita Honey—. Puede que la hayan
enseñado ustedes y que haya mentido ella. Quizá tengan ustedes estanterías