Page 87 - Matilda
P. 87

De repente, la Trunchbull se acercó y cogió la fuente de porcelana vacía que
      había contenido la tarta. La levantó todo lo que pudo y la dejó caer de golpe en
      todo lo alto de la cabeza del desdichado.
        Bruce Bogtrotter y sus trozos se desparramaron por el suelo del estrado.
        El chico estaba tan atiborrado de tarta, que era casi como un saco de cemento
      húmedo y no le hubiera hecho daño ni un mazo de hierro. Se limitó a mover la
      cabeza unas cuantas veces y siguió sonriendo.
        —¡Vete al diablo! —dijo airadamente la Trunchbull, y se marchó del estrado,
      seguida de cerca por la cocinera.
   82   83   84   85   86   87   88   89   90   91   92