Page 84 - Matilda
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—Es bastante, gracias —murmuró el chico.
—He dicho que tomes otro —ordenó la Trunchbull, con tono totalmente
brusco ahora—. ¡Cómete otro trozo! ¡Haz lo que te digo!
—No me apetece otro trozo —se quejó el chico.
De pronto, explotó la Trunchbull:
—¡Come! —gritó, golpeándose el muslo con la fusta—. ¡Si te digo que
comas, come! ¡Querías tarta! ¡Robaste tarta! ¡Ahora ya tienes tarta! ¡Y lo que es
más, te la vas a comer! ¡No vas a abandonar este estrado y nadie se va a
marchar de este salón hasta que te hayas comido toda la tarta que tienes delante
de ti! ¿He hablado claro, Bogtrotter? ¿Entiendes lo que quiero decir?
El chico miró a la Trunchbull. Luego bajó la vista a la enorme tarta.
—¡Come! ¡Come! ¡Come! —gritó la Trunchbull.
El chico cortó muy lentamente otro trozo de tarta y comenzó a comérselo.
Matilda estaba fascinada.
—¿Crees que lo hará? —preguntó en voz baja a Lavender.
—No —le respondió Lavender—. Es imposible. Estará enfermo antes de
llegar a la mitad.
El chico seguía en lo suyo. Cuando hubo terminado el segundo trozo, miró
dubitativo a la Trunchbull.
—¡Come! —gritó ella—. ¡Los ladronzuelos glotones a los que les gusta comer
tarta deben tener tarta! ¡Come más rápido, muchacho! ¡Come más rápido! ¡No
queremos estar aquí todo el día! ¡Y no pares como estás haciendo ahora! ¡La
primera vez que te pares antes de terminarla, irás derecho a La ratonera, cerraré
la puerta y tiraré la llave a la alcantarilla!