Page 81 - Matilda
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Cuando volvió a hablar, su voz era repentinamente más suave, más tranquila,
más amistosa, y se inclinó hacia el chico, sonriendo.
—Te gusta mi tarta especial de chocolate, ¿no, Bogtrotter? Es buena y
deliciosa, ¿no?
—Muy buena —murmuró el chico, sin poderlo evitar.
—Tienes razón —dijo la Trunchbull—. Es muy buena. Por eso creo que
deberías felicitar a la cocinera. Cuando un caballero come especialmente bien,
felicita al chef. Tú no sabías eso, ¿no, Bogtrotter? Los que se mueven en el bajo
mundo no se distinguen por sus buenas maneras.
El chico permanecía callado.
—¡Cocinera! —llamó la Trunchbull, volviendo la cabeza hacia la puerta—.
¡Venga aquí, cocinera! ¡Bogtrotter quiere decirle lo buena que es su tarta de
chocolate!
La cocinera, una mujer alta y arrugada, con aspecto de que la hubieran
secado hacía tiempo en un horno, se acercó al estrado llevando puesto un sucio
delantal blanco. Su entrada había sido claramente preparada con antelación por
la directora.
—Vamos, Bogtrotter —bramó la Trunchbull—, dígale a la cocinera lo que
piensa de su tarta de chocolate.
—Muy buena —murmuró el chico.
Se notaba que empezaba a preguntarse adónde conduciría todo aquello. Lo
único que sabía seguro era que la ley prohibía que la Trunchbull le azotara con la