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importante introducir un sistema planetario homogéneo. Sin em-
         bargo, por razones religiosas, Brahe tampoco adoptó el modelo
         copernicano, llegando a un «compromiso» geo-heliostático: los
         dos planetas interiores rotan alrededor del Sol y ese coitjunto, con
         el resto de los planetas, gira alrededor de la Tierra.
             Entre los católicos, el jesuita Cristóbal Clavio (1538-1612),
         astrónomo alemán de p~era fila de la época, que fue el principal
         contribuidor a la creación del calendario gregoriano, siguió la
         misma aproximación que sus colegas de Wittenberg: emplear el
         nuevo modelo cuando era superior, pero quedarse con la cosmo-
         logía ptolemaica. En España, un colega de fray Luis de León,  el
         agustino Diego de Zúñiga (1536-ca.1598), fue uno de los primeros
         defensores públicos de la nueva teoría. A él le cabe el «honor» de
         haber visto uno de sus libros condenado en la misma acta en la
         que fue condenado el De revolutionibus de Copémico.
             Más dura fue la pena que sufrió Giordano Bruno (1548-1600),
         quien escribió a favor de la nueva teoría. Sin embargo, existe con-
         troversia sobre hasta qué punto fue condenado a la hoguera por su
         defensa de la nueva cosmología o, lo que parece más probable, por
         otros aspectos de su polémico - para la Iglesia- pensamiento.
             Tras Rheticus, el segundo seguidor firme del heliocentrismo
         fue el astrónomo alemán Michael Maestlin (1550-1631), profesor
         de la Universidad de Tübingen. Pese a presentar en sus clases el
         sistema de Ptolomeo, también enseñó el de Copémico y se posi-
         cionó en contra del controvertido prólogo de Osiander. Con todo,
         su importancia se debe en especial a su influencia sobre su discí-
         pulo más conocido, Johannes Kepler (1571-1630).  Con su libro
         Mysterium  cosmographicum,  Kepler  ofreció  el primer posi-
         cionamiento escrito a favor de las ideas del astrónomo polaco.
         Gracias a haber contado con las teorías de  Copémico,  Kepler
         desarrolló un modelo mucho más preciso del sistema solar al
         sustituir las órbitas circulares por órbitas elípticas. Completaba
         así la visión heliocéntrica y daba por agotado el viejo geostatismo
         de Ptolomeo.
             A Maestlin se le atribuye también una significativa influencia
         en que Galileo (1564-1642) abrazara las nuevas ideas. Este otro
         gigante de la emergente ciencia moderna también sufrió persecu-






                                          UN  MODELO QUE PERDURA PESE A TODO   143
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