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- El telescopio también le permitió descubrir estrellas no
conocidas hasta la fecha. Por otra parte, todas las estrellas
mantenían su tamaño al ser obseivadas con ese instru-
mento, cosa que no ocurría con los planetas, el Sol o la
Luna. Esta disparidad constituye una prueba de la hipóte-
sis de Copérnico en cuanto a la enorme distancia que
media entre Saturno y las estrellas fijas.
- Otro importante hallazgo de Galileo fueron los satélites
de Júpiter. Este descubrimiento fue hecho el 7 de enero de
1610, y provocó una conmoción en toda Europa. Era una
prueba clave de que no todos los cuerpos celestes giraban
en torno a la Tierra, pues habían aparecido cuatro planetas
(en el sentido original de la palabra «planeta», esto es,
cuerpos errantes) que, como la Luna, no lo hacían.
- La obseivación de las manchas solares era otro descubri-
miento que refutaba la perfección de los cielos. Tuvo
lugar en Roma en 1610, pero Galileo no lo publicó hasta
1612. El jesuita alemán Christoph Scheiner (1573-1650) se
atribuyó este descubrimiento y planteó una agria polé-
mica con él argumentando que eran planetoides situados
entre el Sol y la Tierra. En cambio, Galileo demostró que
están en la superficie del Sol. Años más tarde, en su Diá-
logo sobre los dos máximos sistemas del mundo, Galileo
retomó la existencia de las manchas solares como argu-
mento para atacar el sistema de Tycho Brahe, el único
refugio que quedaba a los geocentristas.
- También fue importante el descubrimiento de las fases de
Venus. Esta prueba constituyó un magnífico ejemplo de
aplicación del método científico. La obseivación la hizo
en 1610, pero no la publicó hasta 1623; sin embargo, para
asegurar su autoría hizo circular un criptograma, anun-
ciándolo de forma cifrada. Obseivó las fases, así como
una variación de tamaño, y defendió que solo son compa-
tibles con el hecho de que Venus gire alrededor del Sol,
146 UN MODELO QUE PERDURA PESE A TODO