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evidencia empírica de la rotación de la Tierra en su obra Sobre la
supuesta dependencia de la astronomía respecto a la.filosofía.
El científico francés de origen alemán Nicolás de Oresme ( ca.
1320-1382), en su Traité du ciel et du monde, discutió argumentos
a favor y en contra de la rotación terrestre y del movimiento del
Sol. Es interesante hacer notar que Copérnico conoció sus Ques-
tiones de sphera. Y el alemán Nicolás de Cusa (1401-1464) defen-
dió en cosmología una postura contraria a la de Ptolomeo. Según
él, no puede haber un lugar de privilegio en el universo. Tampoco
hay quietud, sino que todo está en movimiento, incluido el Sol.
Que no nos percatemos del movimiento no significa que no exista.
Kelallur Nilakantha Somayaji (1444-1544), de la escuela de
Kerala, en la India, escribió Aryabhatiya Bhasya, un comentario
al Aryabhatiya de Aryabhata; en él desarrolló un sistema de
cálculo para un modelo planetario parcialmente heliocéntrico:
según este modelo, los planetas orbitan alrededor del Sol y este, a
su vez, orbita alrededor de la Tierra. En su libro Tantrasangraha
revisó su modelo, determinando las órbitas de los planetas inte-
riores con mayor precisión de lo que hicieran posteriormente Co-
pémico y Tycho Brahe.
Volviendo a Europa, en la Italia que transitaba del siglo xv al
XVI hubo otros astrónomos que cuestionaron a Ptolomeo casi si-
multáneamente con el sabio polaco. Así, el científico y humanista
italiano Celio Calcagnini (1479-1541) propuso de una manera di-
fusa una teoría basada en la rotación de la Tierra y Girolamo
Fracastoro (1478-1553) trató de volver, sin mucho éxito, a los
orígenes del geocentrismo eliminando los epiciclos. Pero todos
estos intentos tardíos quedaron oscurecidos por la revolución
que se estaba gestando en la ciudad polaca de Frombork.
Se ha especulado sobre la posible influencia de estos pensa-
dores sobre Copémico. No cabe duda de que tuvo acceso a la
mayoría de las ideas procedentes del mundo griego, latino y de
la Europa medieval. Por otra parte, debió de conocer también la
obra de Alhacén a través de Peuerbach.
Igualmente es seguro que tuvo acceso a las ideas de Capella,
Azarquiel, Alberonio, Alpetragio e Ibn-Qurra, a los que cita expre-
samente en su obra.
88 EL GIRO COPERNICANO