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Estas figuras borrosas desterraron para siempre las fuerzas
centrales de Newton. Einstein trató de reconstruir así el proceso
especulativo de Faraday:
[ ... ] debió de percibir, con instinto certero, la naturaleza artificial de
todos los esfuerzos que trataban de explicar los fenómenos electro-
magnéticos mediante acciones a distancia de partículas eléctricas
reaccionando entre sí. ¿Cómo iba a saber cada una de las limaduras
de hierro, esparcidas sobre un papel, de las partículas eléctricas
individuales que pululaban en un conductor vecino? El conjunto de
todas estas partículas parecía crear en el espacio circundante un
estado que, a su vez, producía un orden determinado en las limadu-
ras. Estaba convencido de que si llegaba a comprenderse la estruc-
tura geométrica de estas configuraciones del espacio, que hoy llama-
mos campos, y sus mutuas dependencias, suministrarían la clave de
las misteriosas interacciones electromagnéticas.
LA SÍNTESIS ELECTROMAGNÉTICA
Para desplegar un campo en el espacio basta con asignar atri-
butos matemáticos a cada uno de sus puntos. Si son simples va-
lores numéricos, el campo se llama escalar. Es el caso de la
distribución de temperaturas en un sólido o de presiones en un
mapa del tiempo. Si además adjudicamos una dirección a cada
punto, tendremos un campo vectorial. Encontramos dos ejem-
plos clásicos en la distribución de velocidades en un fluido o,
recurriendo de nuevo a la meteorología, de vientos en una región
determinada.
En todos estos casos hay una estructura -material, mecá-
nica- subyacente. La presión, la temperatura, el fluido o el viento
son manifestaciones macroscópicas de movimientos moleculares.
Se pensó que lo mismo debía acontecer en el caso del electromag-
netismo. Los campos eléctricos y magnéticos son vectoriales, po-
seen una magnitud y una dirección. Indican qué le sucederá a una
carga si la depositamos en un punto cualquiera del espacio. Con qué
28 LA REVOLUCIÓN ELECTROMAGNÉTICA