Page 59 - 01 Einstein
P. 59
dolas con su apellido: así nacían las transformaciones de Lorentz.
De entrada, ofrecían un atractivo irresistible: si se aplicaban a las
ecuaciones de Maxwell, estas conservaban su estructura admirable.
Además, para velocidades mucho más bajas que la luz se reducían
a las de Galileo. Como las velocidades a las que nos desplazamos
habitualmente son muy pequeñas si se comparan con la de la luz,
no era de extrañar que nuestro sentido común no acertara a la pri-
'
mera con las expresiones de Lorentz y se conformara durante unos
cuantos siglos con la aproximación de Galileo. La corrección que
introducían resultaba tan minúscula que se descubrió antes a través
de especulaciones teóricas que en los laboratorios.
No habían acabado los físicos de felicitarse por las ventajas
formales del invento de Lorentz cuando sus efectos secundarios
les borraron de golpe la sonrisa. Las transformaciones asignaban,
a un tiempo dado del sistema en reposo, una infinidad de tiempos
distintos en el sistema en movimiento. De hecho, infinitos, uno para
cada punto del espacio. Así, dos sucesos que se perciben como
simultáneos en puntos separados del muelle dejaban de serlo para
un observador instalado en la bodega del barco. Si uno juega un
poco con las ecuaciones, se sumerge en un mundo donde los cuer-
pos encogen aparentemente al moverse y el tiempo parece discu-
rrir en ellos más despacio. Los físicos necesitaban razones muy
poderosas para asumir semejantes extravíos y se resistieron con
uñas y dientes. Antes de rendirse, invirtieron todas sus energías
en encajar el electromagnetismo en un marco más familiar.
LOS VIENTOS DEL ÉTER
Antes del trabajo de Maxwell y Hertz, los únicos fenómenos cono-
cidos que se propagaban en forma de onda lo hacían con el so-
porte de un medio, por ejemplo el sonido, a través del aire o del
agua. El sentido común, siempre peligroso, invitaba a elevar esta
circunstancia a principio universal. Las ecuaciones de Maxwell
interpretaban la luz como una onda, luego se imponía la existen-
cia de un medio a través del cual pudiera propagarse: el éter.
TODO MOVIMIENTO ES RELATIVO 59