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-. pronuncian en favor del punto de
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vista de ninguno de los dos siste-
mas. Este es el principio de relati-
.- d vidad de Galileo. Los experimentos
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mecánicos no sirven para determi-
¿ nar si nos desplazamos con velo-
cidad constante o permanecemos
en reposo. Con la dinámica clásica
en la mano podemos hablar de
O~------+
~ ----------• movimientos relativos, pero no ab-
solutos.
La segunda joya de la corona
Aunque los newtoniana, la ley de gravitación universal, depende de la distancia
observadores
Gy O midan entre cuerpos, otra magnitud relativ.a que no se ve afectada por un
distancias cambio de coordenadas entre sistemas inerciales. En general, Do-
distintas a los
puntos 1 y 2, menico y Galileo se encuentran a distancias diferentes de los objetos
la distancia d
entre los puntos de su entorno, pero miden las mismas longitudes que los separan.
1 y 2 es la misma
para los dos.
LA RELATIVIDAD SE ELECTRIZA
La ciencia del siglo XIX quedó embriagada con la revolución que
trajo la electricidad, pero despertó con una resaca de incomodi-
dades teóricas. En el capítulo anterior examinamos algunas de
ellas, pero nos linutamos a contar una pequeña parte de la histo-
ria. Las interacciones electromagnéticas, que dependen de la ve-
locidad, no solo complicaban el escenario de las fuerzas centrales
e instantáneas, o comprometían el principio de acción y reacción.
Tan1bién amenazaban el reinado de la relatividad fundado dos si-
glos atrás por Galileo.
Para empezar, las leyes de Maxwell no eran como las de
Newton: cambiaban bajo una transformación galileana. En cual-
quier sistema inercial se puede expresar la fuerza como un pro-
ducto de la masa por la aceleración, sin necesidad de añadir
términos nuevos debidos a un cambio de coordenadas. Las ecua-
ciones de Maxwell, sin embargo, sufrían una metamorfosis compa-
56 TODO MOVIMIENTO ES RELATIVO