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Con ellas, Galileo  puede «traducir» cualquier trayectoria que
                     calcule Domenico, ya sea de una mosca o de cualquier otro objeto
                     que esté observando, a su sistema.
                         El estudiante cuenta con su propio juego de transformaciones
                     para interpretar las impresiones de Galileo:


                                              X' = X - U•t
                                                 y' =y            [2]
                                                 t'= t

                         La única diferencia está en que Domenico debe restar, y no
                     sumar, la distancia horizontal recorrida. Si se mantiene dentro de
                     la bodega y recibe de viva voz la información de las distancias que
                     lo separan de Galileo, llegará a la conclusión de que este se está
                     alejando hacia la izquierda,  con velocidad constante -u. Si  da
                     media vuelta y echa una ojeada a través de un ojo de buey, descu-
                     brirá sin embargo que es él quien se está moviendo, mientras que
                     su maestro permanece quieto en el muelle. Lo cual, a su vez,  es
                     falso, porque lejos de estar en reposo, Galileo se encuentra sobre
                     la superficie de un planeta que se mueve a 30 km/s alrededor del
                     Sol, además de girar como una peonza a más de 1500 km/h. En-
                     tonces ¿quien está quieto es el Sol? En absoluto. Es una estrella
                     que gira en tomo al centro de la Vía Láctea. ¿Y nuestra galaxia?
                     Podemos seguir indefinidamente saltando de sistema en sistema
                     y enmarañando cada vez más las trayectorias.
                         Si para describir el recorrido de un coche, por ejemplo, nos
                     viéramos obligados a considerar la velocidad con que se desplaza en
                     compañía de la Tierra, el Sol y la Vía Láctea, llenaríamos las páginas
                     de cálculos innecesarios. Podemos concluir que lo más práctico con-
                     siste en fijar un punto de vista y referir nuestro movimiento rewtivo
                     respecto a él. En realidad, el debate heliocéntrico o geocéntrico no
                     versa sobre si la Tierra gira alrededor del Sol o es el Sol quien gira
                     alrededor de la Tierra Los dos puntos de vista son igual de válidos,
                     la cuestión es que ninguno prevalece sobre el otro, salvo en la sen-
                     cillez de las trayectorias. La Tierra describe elipses en tomo al Sol.
                     El Sol dibuja complejísirnos tirabuzones en tomo de nuestro pla-
                     neta Las moscas, los satélites y los barcos modifican su posición






          54         TODO MOVIMIENTO ES  RELATIVO
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