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La ecuación impresiona, pero los fenómenos que describe
                     pueden pasar fácilmente desapercibidos. Una bombilla de 11 W,
                     por ejemplo, pierde 0,00000000000000012 kg cada segundo por
                     culpa de la luz que emite.
                         El factor de cambio entre masa y energía resulta exorbitado:
                                                                      2
                      2
                     c •  Para ponerle más números a la ecuación E=mc ,  podemos
                     partir del consumo total de energía en un país desarrollado de
                     unos 40 millones de habitantes, que ronda los 140 millones de to-
                     neladas equivalentes de petróleo (tep).
                                           1 tep =4,2-10 º J.
                                                        1
                                             C=3-10 m/s.
                                                    8

                         Luego si  E=mc2,
                                                        1
                                                 6
                                       E  140·10 ·42·10 º
                                   m=-=             '       65,3  kg.
                                       c2      9.1016
                         Es decir, si fuéramos capaces de transmutar nuestra masa en
                     energía, lograríamos satisfacer las necesidades energéticas de un
                     país entero a lo largo de un año.





                     EL PRECIO DEL HÉROE

                     A partir de la publicación de sus artículos de 1905, las andanzas un
                     tanto dickensianas de Einstein tocan a su fin y comienza el relato
                     del triunfador universalmente reconocido. Es cierto que al princi-
                     pio se desesperó al comprobar que su trabajo no obtenía la menor
                     repercusión, como si lo hubieran impreso con tinta invisible.  Él
                     anticipaba una «oposición tajante y las críticas más severas», que
                     buscó en vano en los siguientes números de los Annalen. En 1906
                     recibió una carta con franqueo de Berlín, donde Max Planck expo-
                     nía las dudas que le habían surgido durante la lectura de su trabajo
                     sobre relatividad. Después de atraer la atención del físico más im-
                     portante de Alemania, su suerte cambió para siempre.






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