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Sin embargo, nadie se dio cuenta de las implicaciones salvo un
        brillante joven que dos años antes, y con veinte de edad, se había
        graduado en la Universidad de Cambridge, William Thomson. Este
        físico escocés salió de la reunión de Oxford con la cabeza alboro-
        tada. «Las ideas de Joule tienen una ligera tendencia a perturbar
        la mente de uno», confesó a su hermano James.
            Sumido en estos pensamientos, llegó a sus manos una memo-
        ria titulada Sobre la conservación de la fuerza (1847).  Su autor
        era un físico y médico alemán, figura destacada en la escuela de fi-
        siólogos de Berlín, de nombre Hermann von Helmholtz, y lo había
        escrito a partir de las notas de una conferencia con el mismo título
        que había pronunciado en la Physikalische Gesellschaft -Socie-
        dad de Física- de Berlín ese año. Haciéndose eco de los trabajos
        de Joule, Von Helmholtz enunciaba por primera vez de manera
        precisa, y ofreciendo una formulación matemática, la que pocos
        años después iba a ser conocida como la «primera ley de la termo-
        dinámica» o el «principio de conservación de la energía»:


            Sea cual sea el número o tipo de transformaciones que se producen
            en el universo, la suma total de todas las fuerzas [energías] del uni-
            verso se mantiene constante.

            Lo que Von Helmholtz decía era lo mismo que había dicho
        Joule: trabajo y calor son dos manifestaciones de lo mismo. Los
        cuidadosos experimentos de Joule habían demostrado que el con-
        cepto de «el calor de un cuerpo» era engañoso, pues inducía a pen-
        sar que estábamos hablando de algún tipo de sustancia, cuando en
        realidad un objeto puede aumentar su temperatura de dos formas:
        al entrar en contacto con otro más caliente o realizando un trabajo
        sobre él. El resultado de ambas acciones es idéntico.
            Thomson recogió las ideas lanzadas por Joule y Von Helm-
        holtz y en 1851 publicó el artículo «Sobre la teoría dinámica del
        calor», en el que desarrollaba todo el aparato matemático subya-
        cente tras el principio de conservación. Al año siguiente, desarro-
        llaba estas reflexiones con todo detalle en su influyente ensayo
        «Disipación de la energía mecánica», donde por primera vez y con
        todas las consecuencias aparecía la palabra «energía», un término






                                          CALOR,  ENERGÍA, ENTROPIA Y ÁTOMOS   107
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