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los vasos se rompen, pero ninguno se recompone solo. Clausius
primero y Thomson después, se dieron cuenta de lo que sucedía.
Aunque la energía total debía conservarse en cualquier proceso,
la distribución de esa energía cambiaba de un modo irreversible.
La primera ley de la termodinámica nos dice que los trapicheos
con la energía no pueden hacerla desaparecer, y la segunda nos
advierte de hacia dónde deben dirigirse esos trapicheos.
Estas dos leyes explican perfectamente y sin fisuras el fun-
cionamiento de la máquina de vapor. Sin embargo, falta algo.
Clausius se dio cuenta de que en cualquier proceso cíclico, todas
las propiedades físicas involucradas vuelven a tomar sus valores ·
iniciales, como si nada hubiera pasado. Pero, ¡demonios, algo ha
pasado!: el agua ha sido bombeada, la locomotora ha llegado a su
destino, el telar ha tejido ... ¿Cómo es posible que en el universo
real haya ocurrido un fenómeno pero no exista ninguna magnitud
física que pueda describirlo, que indique que algo ha cambiado?
Si volvemos a las dos leyes de la termodinámica, como hizo Clau-
sius, encontraremos la respuesta.
La primera ley conlleva asociada una magnitud llamada
«energía» que nos permite cuantificarla, expresarla en nomencla-
tura matemática. Sin embargo, esto no sucede con la segunda ley;
no tenemos ninguna magnitud física con la cual podamos jugar
matemáticamente y hacer experimentos, como hizo Joule con
la energía. Clausius la encontró, y esa nueva magnitud nos dice
mucho acerca de las propiedades más fundamentales de la mate-
ria. Él la llamó «entropía» - en alemán Entropie- , término que
proviene de una raíz griega que significa «vuelta» o «cambio». El
razonamiento que llevó a Clausius hacia la entropía abarca diver-
sos pasos matemáticos lo suficientemente complejos y abstractos
como para hacer desistir al lector más esforzado.
De esta manera, su definición más simple viene dada como
sigue: el cambio de entropía de un proceso es igual al calor inter-
cambiado dividido por la temperatura. Evidentemente, si se ca-
lienta un sistema, el calor suministrado será positivo y la entropía
crecerá; si se enfría, el calor será negativo y la entropía decrecerá;
si no hay intercambio de calor, la entropía no cambiará. Clausius
llegó de este modo a una nueva formulación de la segunda ley:
CALOR, ENERGÍA, ENTROPIA Y ÁTOMOS 109