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Meses antes, entre marzo y mayo, publicó las dos partes de su
                     artículo «On Physical Lines of Force» en la revista Philosophical
                     Magazine. Su gestación fue larga y silenciosa, pues no mencionó
                     nada de él en su correspondencia desde enero de 1858 a octubre
                     de 1861, después de su publicación.
                         Maxwell postuló la existencia de  cierto mecanismo físico
                     que servía como sustrato al campo electromagnético. En esencia,
                     supuso que todo el espacio estaba lleno de diminutas celdas es-
                     féricas empaquetadas compactadamente, de densidad muy baja
                     y capaces de rotar (véase la figura,  donde se han sustituido las
                     celdas esféricas por hexagonales para ganar claridad en el dibujo).
                     Fijémonos en una de ellas. Cuando gira la fuerza centrípeta cam-
                     bia su forma, ensanchándose por el ecuador y contrayéndose a lo
                     largo del eje de rotación, del mismo modo que le sucede a nuestro
                     planeta. Por supuesto, al expandirse por su zona media, empujará
                     al resto de las celdas que la rodean. Ahora bien, si todas rotan en
                     el mismo sentido el efecto coajunto que observaremos es que el
                     sistema ejerce una presión efectiva (empuja) en la dirección per-
                     pendicular al eje de rotación. Si miramos el eje de rotación vemos
                     que ocurre exactamente lo contrario. Como por los polos tienden
                     a contraerse, se puede interpretar que aparece una tensión. Por
                     tanto, si todas las celdas están alineadas en el espacio, el eje de
                     rotación y la dirección perpendicular al mismo se comportarán
                     como las líneas de fuerza postuladas por Faraday: aparecerá una
                     fuerza atractiva a lo largo del eje de rotación y una repulsiva en
                     las direcciones perpendiculares a la misma. Y aún más, como esas
                     celdas pueden girar en sentido horario o antihorario, ambas situa-
                     ciones permiten definir los dos sentidos en el campo (representa-
                     dos por los signos+ y- en la figura).
                         En este punto, Maxwell se enfrentó a un pequeño problema:
                     el hierro y la madera no se comportan de la misma forma en pre-
                     sencia de un imán. ¿Cómo reflejar esta diferencia? James se dio
                     cuenta de que las diferentes susceptibilidades magnéticas se po-
                     dían incluir en el modelo simplemente cambiando la densidad de
                     las celdas: en términos mecánicos quería decir que la alta sus-
                     ceptibilidad magnética del hierro era equivalente a hacerlas más
                     densas si se encontraban en presencia de este metal.





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