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de entropía no se entendía bien y, de hecho, hubo que esperar al ar-
                     tículo de Boltzmann de 1877 para conseguir una explicación meri-
                     diana del fenómeno. Hasta entonces lo que había era una sucesión
                     de buenas intuiciones y de definiciones algo confusas. Lo único
                     que estaba claro era la expresión matemática de la cantidad, que
                     se denotaba como la proporción entre el calor y la temperatura.
                     Se sabía que la entropía permanecía constante durante el ciclo
                     de Carnot, que era el proceso por el que pasaba una máquina de
                     vapor idealizada, en la que el vapor era calentado, movía el pistón
                     y luego volvía a enfriarse. Tan1bién se sabía que, precisamente por
                     ser ideal, la máquina de Carnot no podía ser construida y que, por
                     lo tanto, en cualquier proceso real la entropía tenía que aumentar.
                         El signüicado físico de la entropía no estaba claro, a pesar de
                     que su expresión matemática fuera bien conocida. La comunidad
                     científica de entonces sabía que era una medida de la utilidad de
                     la energía en un sistema: cuanto más alta fuera la entropía, más
                     difícil sería extraer trabajo útil. Clausius la asoció primero al calor
                     y luego la bautizó como «equivalencia-valor», queriendo decir con
                     ello que era una especie de equivalente en forma de calor del tra-
                     bajo.  No  tardó en darse cuenta de que no se trataba de tal cosa
                     y acabó sugiriendo que estaba relacionada con la difusión de las
                     moléculas, es decir,  con el grado de separación de estas en un
                     gas. Boltzmann retomó esta idea, algo vaga, y la convirtió en una
                     definición precisa.
                         Boltzmann usó para su artículo de 1866 la teoría cinética de
                     los gases.  Esta ya tenía entonces más de cien años de historia,
                     habiendo sido iniciada en el siglo xvm por Daniel Bernoulli (1700-
                     1782), quien desarrolló sus ecuaciones partiendo de la base de que
                     los fluidos eran agregados de moléculas en constante movimiento.
                     Con esta tesis fue capaz de deducir que la presión no era más que
                     el efecto de las colisiones entre tales moléculas y las paredes del
                     recipiente donde se encontrasen; dedujo también que la tempera-
                     tura era una medida de la energía de las partículas. Su teoría se
                     adelantó a su época en casi ochenta años y no fue bien recibida,
                     ya que muchos de los conceptos que resultaban necesarios para
                     entenderla no fueron desarrollados adecuadamente hasta entrado
                     el siglo XIX.





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