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poco hay transmisión de energía cinética entre las moléculas de
estas. Por otro lado, cuando dos sustancias se hallan en desequili-
brio, la energía cinética de las moléculas tenderá a ir de la más ca-
liente a la más fría. Es decir, el valor medio de la energía cinética
se comporta exactamente igual que la temperatura, de forma que
identificar ambas parece la conclusión más natural.
Boltzmann hacía uso de una hipótesis cmiosa: suponía que el
movimiento de las moléculas era periódico. Es decir, si se le daba
suficiente tiempo, una molécula iría cambiando de energía hasta
volver a la que tenía en un principio. Y añadía, de forma algo críp-
tica, «si las órbitas no se cierran en un tiempo finito, uno puede pen-
sar que lo harán en un tiempo infinito». Esta idea puede entenderse
de forma instintiva considerando que cualquier situación acabará
por repetirse si se espera lo suficiente.
Con la explicación de la temperatura en términos mecánicos,
la primera ley de la termodinámica quedaba aclarada: tanto calor
como trabajo son intercambiables, ya que no son más que formas
de movimiento. En el primer caso, microscópico; en el segundo,
macroscópico. Quedaba por justificar la segunda ley, cosa harto
más difícil, dado lo poco intuitivo que se mostraba el concepto de
entropía. Para hacerlo, Boltzmann usaba argumentos eminente-
mente matemáticos, sin la profundidad física que caracterizó sus
posteriores trabajos. El científico se limitó a mostrar que el calor,
entendido como energía suministrada, dividido por la tempera-
tura obtenida con su definición, daba lugar a una cantidad que
se comportaba exactamente corno la entropía. Finalmente, usó
argumentos-termodinámicos macroscópicos -sin interesarse por
el comportamiento molecular- para demostrar la segunda ley.
EL PRECURSOR DE BOL TZMANN: JAMES CLERK
MAXWELL
Además de Clausius, el gran abanderado de la teoría cinética a
finales del siglo XIX fue James Clerk Maxwell (1831-1879). Boltz-
mann conoció su trabajo a través de su mentor, Josef Stefan, que
46 EL CALOR DE LOS ÁTOMOS