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cinética: por un lado, dio una justificación mucho más potente del
        uso de la distribución gaussiana para describir un gas y mostró
        que esta debía darse para un coajunto extremadamente general
        de casos; por otro, amplió el trabajo de Maxwell para incluir gases
        sujetos a diferentes tipos de fuerzas.
            La segunda parte del artículo resultaba prometedora por ser
        un avance de lo que vendría en 1872.  En ella abandonaba su es-
        trategia de 1866 y adoptaba otra totalmente diferente, pasando a
        interesarse por el estado global del sistema y no por las velocidades
        individuales de las moléculas. Su nuevo enfoque utilizaba un objeto
        matemático que los físicos llaman «un espacio de fases». Se trata de
        un ente abstracto en el que se incluye la información de las posicio-
        nes y de los momentos -que se obtienen de multiplicar masa por
        velocidad-  de todas las partículas en un sistema. Cada posición
        viene dada por tres números o componentes: uno para cada uno de
        los ejes espaciales. Lo mismo sucede con los momentos, ya que las
        velocidades pueden apuntar en cualquier dirección. Así pues, si un
        gas consta de N partículas, un punto en su espacio de fases vendrá
        dado por 6N números, ya que cada molécula tendrá asociados 3 de
        ellos para su posición y 3 para su momento, dando un total de 6. La
        configuración del sistema se puede especificar entonces seleccio-
        nando un punto en el espacio de fases; su evolución puede verse
        como la trayectoria que describe en ese espacio al moverse de un
        punto al siguiente, es decir, de una configuración a la próxima.
            Boltzmann usó la idea del espacio de fases para lograr aquello
        en lo que Maxwell había fracasado: demostrar que cualquier gas ais-
        lado alcanza tarde o temprano la distribución gaussiana de Maxwell
        y que, una vez ahí, no se producen más cambios. Para ello, mostró
        que, si la energía de un sistema se mantenía constante, la distribu-
        ción de probabilidad también lo haría y que, al considerar un gran
        número de partículas, esta distribución resultaba ser la de Maxwell.
           Con su novedoso método no solo logró reproducir el resul-
        tado de su predecesor, sino que proporcionó una justificación
        mucho más rigurosa y general. Además, sentó las bases para su
       posterior artículo de 1877, en el que adoptó hasta las últimas con-
       secuencias el método de considerar el gas en su totalidad,  ini-
        ciando el campo de la física estadística.






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