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que cambia aleatoriamente vaya a repetirse, ya que el infinito de
         los números reales es de un orden mayor. Retomando el gas de
         Boltzmann, el número de energías posibles es infinitamente mayor
         que el número de cambios de velocidad, aunque se disponga de
         un tiempo infinito.
             Boltzmann dudaba de su supuesto y trató de no utilizarlo en
         la mayoría de sus trabajos; en su artículo de 1872, del que se ha-
         blará más adelante, encontró una forma creativa de evitarlo que
         se avanzaría en treinta años a la mecánica cuántica.





         PRIMERA ESTANCIA EN  GRAZ

        La fortuna que lo acompañaba desde su ingreso en la Universidad
         de Viena en 1863 siguió sonriéhdole al poco de obtener la venia
         docente. Su fama había ido creciendo desde la publicación del ar-
         tículo de  1868 y,  además,  contaba con el poderoso apoyo de su
        mentor Stefan. En 1869 quedó libre la cátedra de Física Matemá-
        tica en la Universidad de Graz, que entonces gozaba de gran presti-
         gio. La cátedra de Física Experimental la ocupaba August Toepler
         (1836-1912), que conocía el trabajo de Boltzmann y lo tenía en muy
         alta consideración. A pesar de que había otros dos candidatos para
         el puesto, en principio mejor situados que Boltzmann, la cátedra
         acabó recayendo en él gracias a la presión de Stefan y Toepler.
            Ya en Graz, Boltzmann satisfizo con creces las expectativas
        puestas en él. Hizo muy buenas migas con Toepler, un físico ex-
        perimental con un entusiasmo por la ciencia parecido al suyo.
        Ambos colaboraron en la construcción de un nuevo edificio para
        la investigación -al que Boltzmann se refirió más tarde como «pe-
        queño Erdberg»- e incluso firmaron artículos conjuntamente. Se
        trató de una de las épocas más prolíficas de Ludwig, que publicó
        docenas de trabajos en pocos años.
            La universidad estaba satisfecha con su rendimiento y lo re-
        compensó con un aumento sustancial de sueldo y repetidos per-
        misos para visitar otros centros de investigación. Boltzmann no
        los desaprovechó y en 1871 viajó a Heidelberg, donde conoció a





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