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                LOS CENTROS DE UN TRIÁNGULO
                Se  llama centro de un  triángulo a todo punto P que desde el  punto de vista
                geométrico es poseedor de una propiedad privilegiada en referencia a deter-
                minadas líneas (alturas, medianas, bisectrices, etc.) y define circunferencias
                u otras figuras sencillas, sujeto de propiedades curiosas relacionadas con el
                triángulo de partida. Esta sería una definición muy vaga si  no se añadiera la
                condición de que P fuera invariante respecto de simetrías, rotaciones y dilata-
                ciones. Un ejemplo de tales centros de un triángulo son los ya clásicos baricen-
                tro, ortocentro, circuncentro e incentro. Pero hay muchos más centros. El artí-
                culo de Euler sobre los centros de un triángulo provocó la sorpresa entre los
                geómetras, quienes creían haberlo dicho casi todo de los puntos privilegiados
                de un triángulo; en su  época y años posteriores los geómetras descubrieron
                muchos centros más. De hecho, en la actualidad hay webs especializadas en
                la  enumeración y estudio de tales centros, como la Clark Kimberling's Ency-
                clopedia of Triangle Centers, que menciona más de 3 500 puntos.





                          Además, se da otra relación relativa a las distancias:

                                          d (CE,O)  =  d (CE,C).


          «La naturaleza de algunos de sus más sencillos descubrimientos
          es tal que uno bien puede pensar en el fantasma de Euclides
          diciendo "Pero ¿cómo no se me ocurrió?".»
          -  H.S.M. COXETER  EN  RELACIÓN  AL  TRABAJO  DE  EULER.

                          Como cabe suponer, los centros de un triángulo no constitu-
                      yeron el único centro de interés geométrico de Euler. Se podrían
                      citar muchos otros temas, pero hay uno que destaca por su gran
                      dificultad, sin comparación posible con lo simple del enunciado.
                          En 1751,  Euler propuso por carta a  Goldbach lo siguiente:
                      averiguar, dado un polígono convexo cualquiera de n  lados,  el
                      número de modos de dividirlo en n-2 triángulos mediante diago-
                      nales que no se corten y si diferentes orientaciones se cuentan
                      separadamente.






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