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Kapitsa hizo esculpir la figura de un cocodrilo, en homenaje al maestro que
había hecho realidad esa fulgurante carrera científica. De hecho, fue el propio
Kapitsa quien acuñó ese mote refiriéndose cariñosamente a Rutherford. En el
nuevo laboratorio construyó el primer licuador de helio, estudio que en 1978
le reportó el premio Nobel de Física por sus descubrimientos en magnetismo,
en el helio líquido y en la física a bajas temperaturas.
El régimen de Stalin
En 1934, por orden del propio Stalin, las autoridades soviéticas impidieron a
Kapitsa salir del país, y le instaron a que a partir de ese momento desarrollara
su carrera científica en su patria. Rutherford hizo campaña para que lo dejaran ·
regresar, pero las autoridades soviéticas le respondieron de forma contunden-
te: «A Cambridge le gustaría sin duda tener a los más grandes científicos del
mundo en sus laboratorios tanto como a la Unión Soviética le gustaría disponer
de lord Rutherford». Kapitsa fue nombrado director del Instituto de Problemas
· de Física de Moscú, donde trasladó todo el equipo que había adquirido para
el laboratorio de Cambridge (una transacción que incluía en realidad todo el
edificio, aunque en Cambridge reconstruyeron una copia). En 1938, descubrió
el estado de la materia conocido como superfluidez, al observar que había una
forma de helio que carecía de viscosidad. También inventó un dispositivo para
la producción industrial de oxígeno líquido. Kapitsa logró entablar amistad con
Stalin, lo cual le garantizó que su laboratorio contara con algunos privilegios.
Trabajó junto a Lev Landau, físico soviético capaz de explicar la superfluidez
recurriendo a la teoría cuántica. Sin embargo, cuando en 1945 rechazó partici-
par en el proyecto de construcción de una bomba atómica soviética, Kapitsa
fue apartado de sus cargos. Solo tras la muerte del dictador, en 1953, logró
recuperar su posición al frente del Instituto de Problemas de Física. Kapitsa
murió en Moscú en 1984.
conocimientos necesarios sobre la estructura atómica. También
estaba convencido de que el acelerador de partículas iba a ser uno
de los grandes proyectos de la época, y quería participar en él. En
1927, pudo mostrar a Rutherford uno de sus trabajos relacionados
con cilindros y corrientes de agua realizado gracias a la beca de la
Exposición de 1851 (la misma que había ganado Rutherford). El
Profesor se convenció de que podía ser un buen fichaje.
Rutherford, Cockcroft y Walton iniciaron con esto una cola-
boración que se prolongó durante cinco años y que tenía como
propósito dividir el átomo de forma artificial mediante un acele-
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