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la cual podría haber habido algún error al identificar las fuentes de
radiactividad. Becquerel era consciente de que las sales de uranio
no eran puras, sino que en realidad se encontraban varias sustan-
cias distintas, así que trató de separarlas. Al lograrlo, descubrió
que la sal de uranio había dejado de ser radiactiva y, en cambio,
la nueva sustancia desconocida emitía toda la radiactividad detec-
tada. Como ignoraba de qué sustancia se trataba, pasó a denomi-
narla «uranio X». Pero al cabo de unos meses, al volver a revisar las
muestras, observó que el uranio X había perdido su radiactividad,
mientras que la sal de uranio original la había recuperado. El quí-
mico inglés Willian1 Crookes (1832-1919) contrastó el resultado y
ambos científicos comunicaron sus observaciones a la Universidad
McGill a finales de 1901. En cuanto conoció este hecho, Rutherford
quiso comprobar si ocurría lo mismo con sus muestras de torio.
«No es natural que un solo hombre pueda hacer un
descubrimiento repentino; la ciencia va paso a paso y cada
hombre depende de la obra de sus predecesores.»
- ERNEST RUTHERFORD.
LAS TRANSFORMACIONES RADIACTIVAS
En medio de estas investigaciones, en 1900 Rutherford tuvo que
hacer un paréntesis. Por fin iba a celebrarse la boda con Mary
Newton, de modo que se desplazó hasta Nueva Zelanda. Fue una
ceremonia sencilla, a la que se invitó exclusivamente a la familia.
Después de la luna de miel por Estados Unidos y Canadá - viaje
que Rutherford aprovechó para recopilar muestras de torio- , Er-
nest regresó a Montreal en 1901, ya junto a su esposa. En el labo-
ratorio le estaba esperando un nuevo miembro del departanlento,
con el que iniciaría una prolífica colaboración: Frederick Soddy,
un especialista en química, que resultó ser justamente la persona
con la preparación que Rutherford necesitaba para poder enten-
der el fenómeno de la emanación y de la radiactividad en general.
LA DESINTEGRACIÓN RADIACTIVA 75