Page 46 - 29 Lavoisier
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calentándolos tanto al aire como en recipientes sellados. Cuando
el calentamiento se llevó a cabo en recipientes sellados, es decir,
en ausencia de aire, ninguna de las piedras preciosas sufrió cam-
bios. En cambio, cuando el calentamiento se realizó al aire, los
diamantes fueron haciéndose cada vez más pequeños y en 20 mi-
nutos habían desaparecido sin dejar rastro (he aquí una prueba
irrefutable para saber si una piedra transparente es un diamante:
si al calentarlo al aire a muy alta temperatura desaparece sin
dejar rastro, lo era). Por su parte, los rubíes -que son óxido de
aluminio cristalino (A1p ) con pequeñas cantidades de cromo--
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no se alteraron. El experimento se realizó de forma que, en el
caso de que los hubiera, se pudieran recoger los gases produci-
dos. Para ello se empleó un dispositivo similar al diseñado por
Stephen Hales (1677-1761), que posteriormente fue modificado
por Priestley. Para sorpresa de todos, el gas obtenido resultó ser
el llamado «aire fijo» por Joseph Black (1728-1799), que se pro-
ducía por la combustión de carbón.
Lavoisier fue el encargado de elaborar una memoria -que se
conserva aún hoy- y presentarla ante la Academia, explicando
que los diamantes no se evaporaban, sino que ardían, aunque sin
llama. Pero más allá de detallar de forma clara y concisa los ex-
perimentos realizados y los resultados obtenidos, el proceso le
dio mucho que pensar. De entrada concluyó que si el gas produ-
cido era el «aire fijo», el diamante tenía que ser una especie de
carbón, a pesar de que la apariencia del carbón y la del diamante
fuese tan distinta (hoy sabemos que los diamantes son carbono y
que tienen la misma composición química que el carbón, por lo que
a altas temperaturas arden produciendo dióxido de carbono, el
gas responsable del efecto invernadero). Aunque nadie pensaba
de esta forma, él ya había empezado a intuir que en un proceso
químico nada se creaba ni se destruía, sino que se transformaba,
por lo que si se obtenía el mismo producto, se debía partir del
mismo reactivo. Por otra parte, dado que se requería aire para
que la combustión tuviera lugar, puede que el aire no fuera solo el
medio en el que transcurrían los procesos químicos, como se creía
hasta entonces, sino que tuviera un papel activo en los mismos.
Los interrogantes planteados eran dos: ¿en qué consistía la acción
46 EL OXÍGENO VENCE AL FLOGISTO