Page 50 - 29 Lavoisier
P. 50
ban al crisol a través de la superficie de la campana, que estaba
sumergida en otro recipiente que también contenía agua.
Lavoisier comprobó que conforme se iba reduciendo la cal
para fom1ar el metal puro, iba produciéndose un gas que hacía
descender el nivel del agua en la campana interior. El volumen
del gas producido era unas 750 veces superior al del litargirio em-
pleado.
Para entender este enom1e incremento de volumen hay que
tener en cuenta que el litargirio es un compuesto sólido, mientras
que el «aire» producido era un gas, y sólidos y líquidos ocupan
volúmenes mucho menores que los gases. Como dato orientativo
pensemos que un mol de cualquier gas en condiciones normales
(P = 1 atm, T = O ºC) ocupa 22,4 litros, mientras que, por ejemplo,
un litro de agua líquida, cuya densidad es un gramo por mililitro,
pesa 1 kg, y dado que su fórmula es Hp, contiene 55,55 moles.
Gas: 1 mol -+ 22,4 litros.
Agua (líquida): 1 litro -+ 55,55 moles.
La densidad del resto de sólidos y líquidos suele ser superior;
así, por ejemplo, la del cobre es del orden de 7 gramos por milili-
tro, y la del mercurio superior a 13.
Tras confirmar este aumento de volumen, Lavoisier repitió el
experimento del fósforo, pero esta vez lo realizó en un recipiente
cerrado para determinar si había variación en el volumen del aire
a su alrededor. Comprobó que este había disminuido entre un
quinto y un sexto de la cantidad inicial. Hizo varios experimen-
tos para determinar la ganancia de peso y finalmente concluyó
que 154 granos de fósforo absorbieron durante su combustión 89
granos de aire, o de algún otro fluido elástico contenido en el aire
que respiramos (los granos eran una unidad de peso usada en la
época, al igual que la libra: 1 libra de París= 16 onzas; 1 onza de
París = 8 gros; 1 gros = 72 granos; 1 libra de París equivalía a 489
gramos).
Además, observó que en un recipiente cerrado solo podía
oxidarse una cantidad determinada de fósforo, que correspondía
aproximadamente al consumo de un quinto del volumen total. An-
50 EL OXÍGENO VENCE AL FLOGISTO