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campo, y en la segunda detallaba sus propios experimentos. En
estos últimos comenzaba por repetir los experimentos que se
habían realizado previamente, y comprobaba si los resultados
obtenidos por él coincidían con aquellos y si le satisfacían las con-
clusiones a las que habían llegado sus colegas. Tanto Hales como
Black proponían que el aire que se encontraba en las «cales» era
«aire fijo», mientras que él se inclinaba a pensar que era «aire
común» o una sustancia presente en él.
Tras la publicación de la obra, Lavoisier siguió haciendo ex-
perimentos empleando las potentes lentes de Tschimhausen, las
cuales, tras las modificaciones realizadas por él mismo, permitían
calentar a las temperaturas más altas jamás alcanzadas. Con estas
lentes había calentado todos los cuerpos a su alcance, tanto en
ausencia como en presencia de aire. Deseaba obtener infom1ación
tanto sobre la combustión como sobre los procesos de fusión.
Empezaba a vislumbrar la idea de que todos los cuerpos sólidos
podían llegar a fundirse si se calentaban a temperaturas lo sufi-
cientemente altas. Por ello empleó el horno solar para calentar en
él todos los cuerpos simples y compuestos a los que tuvo acceso.
Quería comprobar una idea que vislun1braba desde hacía tiempo:
que los cuerpos no estaban siempre en forma de sólidos o líqui-
dos, sino que podían pasar de una forma a otra, incluso formar
«aires» si se encontraban a la temperatura y presión adecuadas.
Esto que hoy parece una trivialidad, en el último cuarto del siglo
xvur era una hipótesis aún más revolucionaria que decir que el
flogisto era una entelequia
A lo largo del verano de 177 4 Lavoisier había conseguido fun-
dir muchos metales, pero algunos, como el platino, se le resistían.
Hoy sabemos que ello se debe a que el platino tiene una tempera-
tura de fusión de casi 1800 ºC, mientras que el resto de los metales
conocidos en la época la tienen mucho más baja; por ejemplo, el
estaño, 232 ºC; el plomo, 327 ºC; el cinc, 420 ºC, y el cobre, 1083 ºC.
Lavoisier llegó a la conclusión correcta de que su fracaso con el
platino se debía a una limitación técnica -la temperatura que
alcanzaba con las lentes no era lo bastante alta- y no a un fallo
de la teoría de los tres estados de agregación de la materia que
empezaba a vislumbrar.
54 EL OXÍGENO VENCE AL FLOGISTO