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EL REGRESO

                      Recuperado de su depresión y reconciliado con el mundo cien-
                      tífico,  en la década de 1890 Cantor retomó sus investigaciones
                      matemáticas, y como resultado de ellas dio a conocer dos artícu-
                      los, los dos últimos que publicó en su vida.  El primero, titulado
                      «Über eine elementare Frage der Mannigfaltigkeitslehre» [Sobre
                      una cuestión elemental de la teoría de variedades], se publicó
                      en 1892 en el primer Informe anual de  la  Unión Matemática
                      Alemana.
                          El segundo de estos artículos, uno de sus trabajos más famo-
                      sos, fue publicado en dos partes, la primera en 1895 y la segunda
                      en 1897,  ambas incluidas en la revista Mathematische Annalen,
                      bajo el título «Beitrage zur Begründung der transfiniten Mengen-
                      lehre» [ Contribuciones a la creación de una teoría de los cortjun-
                      tos transfinitos]  (para el significado de la palabra «transfinito»,
                      véase el capítulo anterior).
                          Nos dedicaremos ahora a analizar el contenido de estos dos
                      artículos; aunque lo haremos invirtiendo el orden cronológico.
                          El historiador José Ferreirós dice, con justicia, que  «Contri-
                      buciones a la creación de una teoría de los conjuntos transfinitos»
                      es el «testan1ento científico de Cantor»; en efecto, en este trabajo
                      Cantor retoma todos los conceptos básicos de su teoría del infi-
                      nito, en especial las nociones de cardinal y de ordinal, y estudia
                      sus propiedades y sus relaciones mutuas.
                          Una de las innovaciones que Cantor introdujo en este artículo
                      es su famosa notación de los álef para designar a los cardinales
                      infinitos. Álef,  X, es la primera letra del alfabeto hebreo, y Cantor
                      llamó  X  (léase álef-sub-cero o también álef-cero) al primer car-
                             O
                      dinal infinito,  que es el que  corresponde al  conjunto de los na-
                      turales así como a cualquier otro conjunto numerable;  X  es el
                                                                            1
                      segundo cardinal infinito,  X  es el tercer cardinal infinito, y así su-
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                      cesivamente. Relacionándolo con lo visto en el capítulo anterior,
                      podemos decir entonces que el conjunto de todos los ordinales de
                      clase I -es decir, el cortjunto de los números naturales- tiene
                      cardinal  X ,  al agregar los ordinales de clase II pasamos a tener
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                      un cortjunto de cardinal X 1' al agregar los ordinales de clase III ob-





          126         LOS  ÁLEF
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